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Mallorca es la isla más grande de las Baleares, situada frente a las costas de España en el mar Mediterráneo. La isla es conocida por sus aguas turquesas, sus playas de arena y sus pueblos de adoquines encalados. Sin embargo, en las profundidades de los valles que dan a Mallorca su paisaje único, hay tres pueblos que a menudo pasan desapercibidos. Estos pueblos vienen acompañados de historias, cultura, espiritualidad e incluso leyendas.

El primer pueblo es Santuari de Lluc, situado en la sierra de Tramuntana. Este pueblo tiene una larga y rica historia, que se remonta al siglo XIII, cuando un monje descubrió un santuario mariano con una estatua de la Virgen María.

El segundo pueblo es Petra, situado en el centro de la isla. Se dice que es el lugar de nacimiento de los primeros pobladores de la isla. Es conocida por su producción de vino, que se elabora en los fértiles viñedos de las colinas del pueblo.

Por último, está el pequeño pueblo de Deiá, situado en la costa noroeste. A principios del siglo XX, este pueblo bullía de actividad. Era una ciudad portuaria, con grandes veleros que atracaban para comerciar y reabastecerse. Ahora es un pueblo tranquilo, con una mezcla de arquitectura romana y árabe.