Agua goteando en la zona de facturación del aeropuerto de Palma durante obras de renovación

Agua en el check‑in: otra vez gotas, otra vez preguntas en el aeropuerto de Palma

👁 1842✍️ Autor: Adriàn Montalbán🎨 Caricatura: Esteban Nic

viernes por la mañana, agua entró por el techo en la zona de facturación del aeropuerto de Palma. Es el segundo incidente similar en pocos meses y plantea preguntas sobre la coordinación de las obras, la seguridad y el control de las empresas externas.

Agua en el check‑in: otra vez gotas, otra vez preguntas en el aeropuerto de Palma

Viernes por la mañana, poco después de las ocho. En la cubierta de aparcamiento frente a la Terminal B sonó como una mala broma: maletas con ruedas rechinaban, se sacudían bolsos, compañeros desplegaban paraguas bajo el brillante sol de Mallorca y desde el área de facturación se oía el ruido del agua que perlaba sin freno entre maletas y cintas transportadoras. No era una ligera humedad, sino tanta agua que los empleados reaccionaron rápido antes de que la electricidad y las maletas se mezclaran peligrosamente.

¿Qué pasó — y por qué no es solo un charco?

La empresa gestora del aeropuerto habla de una tubería dañada durante trabajos de renovación. En el plazo de una hora se selló la fuga, se limpiaron las cintas y se clasificaron las piezas de equipaje mojadas. Muchos pasajeros ni se enteraron — muchos todavía estaban en las cafeterías con su café con leche o esperando en los mostradores. Para el personal, sin embargo, es otro incidente más en una serie: en los últimos meses se han producido varias roturas de mangueras y charcos en las terminales.

La pregunta central es: ¿Cómo puede suceder que, con grandes obras en curso, las zonas operativas sensibles no estén aparentemente lo suficientemente protegidas? ¿Quién controla a las empresas ejecutoras y cómo se minimizan realmente los riesgos para la electricidad, el equipaje y las personas?

Más que una torpeza — ¿un problema estructural?

Se siente como un síntoma: la obra está omnipresente, día tras día se martilla o se perfora en algún lugar, a menudo visible para los viajeros que pasean por las salas. Pero detrás del ruido hay un problema de organización: errores de coordinación entre la dirección de obra, el facility management y los responsables de seguridad pueden hacer que tuberías queden expuestas sin vigilancia o que las medidas de protección temporales no se implementen de forma coherente. Los empleados cuentan que cada vez son más cautelosos: "Uno se vuelve prudente cuando alguien arriba está manipulando tuberías", dice un técnico que estaba al borde.

Lo que queda fuera del debate público

Los informes suelen centrarse rápidamente en la avería visible — maletas mojadas, interrupciones breves, sin heridos. Se presta menos atención a cómo están planteados a largo plazo los contratos de obra, las responsabilidades y los controles: ¿existen inspecciones de seguridad independientes? ¿Se programan los trabajos en zonas sensibles de forma que afecten lo menos posible a la operación? ¿Y cuán transparentes son los protocolos de inspección frente al personal y al público?

Otro punto, a menudo descuidado, es la carga psíquica del personal. Los incidentes puntuales se acumulan. En un entorno donde cualquier interrupción puede afectar a los horarios de vuelo y al flujo de equipaje, la sensación de inseguridad aumenta — eso reduce la calidad del trabajo y puede expulsar a largo plazo a personal cualificado.

Medidas a corto plazo que realmente ayudarían

Sellar rápidamente una fuga está bien, pero no basta. Concretamente se podría mejorar lo siguiente: planes de obra más estrictos con pausas de trabajo fijadas durante las horas punta, obligación de cubrir las zonas sensibles con lonas impermeables, sensores de fugas adicionales en zonas críticas y un responsable de seguridad independiente que verifique listas de control diarias y las protocole. También serían útiles formaciones y simulacros de emergencia para el personal de tierra.

Una propuesta pragmática: toda obra de cierta envergadura debería disponer de una línea directa accesible para el personal, por la que reportar problemas de forma inmediata — incluyendo una rápida protocolización y una respuesta visible. Eso genera confianza y evita que pequeños incidentes escalen a peligros mayores.

Pasos a largo plazo: control, transparencia, responsabilidad

A largo plazo se trata de contratos y control. Los clientes deben asegurar que los subcontratistas cumplan requisitos claros de seguridad. Las auditorías independientes deberían ser obligatorias, así como la publicación de resultados de inspección en forma resumida — no cada detalle, pero sí lo suficiente para que el personal y el público recuperen la confianza. Y: las multas o las exigencias de corrección en caso de infracciones tienen que ser notorias, si no, todo quedará en meras declaraciones.

Un balance — y una mirada al futuro

Es bueno que esta vez nadie resultara herido y no se produjeran cancelaciones masivas de vuelos. Aun así queda un sabor agridulce: obras que gotean repetidamente no son un asunto menor. La isla discute a menudo grandes cuestiones de infraestructura, desde la escasez de agua hasta el tráfico — pero con cada gota en el aeropuerto se demuestra otra cosa: cuando se recorta o se coordina mal en los lugares equivocados, no solo se mojan maletas, sino que se daña la confianza.

Situación provisional: la empresa gestora del aeropuerto anuncia revisiones. Los viajeros deberían prever algo más de tiempo en las próximas semanas — y el personal desea mejoras visibles y sostenibles en lugar de soluciones puntuales. Aun así, llevar un pequeño paraguas en el equipaje de mano sigue siendo una prudente protección contra gotas inesperadas.

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