Patrón de luz en forma de ocho proyectado por el rosetón sobre la pared interior de la Catedral de Palma

Mañana temprano: El juego de luces en la catedral de Palma – un silencioso milagro natural

👁 4823✍️ Autor: Ana Sánchez🎨 Caricatura: Esteban Nic

Solo dos veces al año, en la catedral de Palma una luz colorida se desplaza en forma de ocho por la pared. Mañana por la mañana vuelve este silencioso espectáculo – entrada libre, se recomienda llegar temprano.

Un pequeño milagro natural en pleno Palma

Cuando la ciudad aún duerme a medias y el ruido de los primeros autobuses se escucha levemente por el Passeig de Mallorca, merece la pena poner el despertador unos minutos antes. Mañana por la mañana, en una de las pocas fechas del año, la catedral de Palma mostrará un juego de luces que sigue asombrando a visitantes y vecinos: el rosetón proyecta un patrón brillante sobre la pared interior – una cifra ocho compuesta por cientos de miles de destellos de luz.

¿Cómo se produce el fenómeno?

No es iluminación de escenario ni un efecto de espectáculo. Es pura matemática y el sol mallorquín. Con la posición solar exactamente adecuada, la luz atraviesa el gran rosetón de la Catedral de Mallorca, se refracta en los vidrios de colores y se concentra sobre la superficie de piedra opuesta. Más de mil piezas de vidrio forman la ventana y juegan entre sí: colores, ángulos y arquitectura convierten un simple rayo de sol en una obra efímera.

El resultado parece una och ovalada. Observadores de larga data dicen que la forma y la intensidad varían ligeramente de un año a otro, según la claridad del aire, la inclinación de los rayos y si una ráfaga de viento levanta algo de polvo. Es una imagen matutina que actúa más en silencio que con pompa.

Consejos prácticos para los madrugadores

La catedral abre excepcionalmente pronto mañana; la entrada es gratuita. Si queréis buena visibilidad, id al menos 20–30 minutos antes de la hora prevista. En la Plaça de la Seu por la mañana a veces ya hay una pequeña cola de gente con termos o con espresso recién molido en la mano. La vigilancia es estricta: los accesos están limitados y quien llega tarde solo podrá mirar desde los umbrales hacia la oscuridad.

Unos consejos prácticos: abrigarse, porque dentro hace fresco y la piedra conserva el frío de la noche. Quien llegue a pie disfrutará de un paseo tranquilo por el casco antiguo, pasando por repartidores que entregan su mercancía y por cafeterías cuyo aroma a café se extiende por la calle. Los autobuses EMT paran a poca distancia; para quienes van en bici, las calles estrechas pueden ser algo complicadas, pero es factible.

Se puede fotografiar, pero por favor con respeto: muchos viven el momento como una pequeña oración. Nada de posar a gritos ni de bloquear la fila con móviles. Si traéis trípode, usadlo de forma discreta o preguntad antes.

Por qué tanta gente acude

No se trata solo de la bonita imagen en la pared. Es la combinación de luz, arquitectura antigua y la especial quietud de la mañana en Palma: las campanas lejanas de la catedral, el ocasional grito de una gaviota sobre el puerto, el leve traqueteo de un furgón de reparto sobre el empedrado. Todo ello hace que la experiencia sea sensorial: se oye la ciudad despertar mientras el juego de colores crece y desaparece.

Para los locales este suceso tiene además un punto de familiaridad: se encuentran caras conocidas, se intercambia un breve “hola” y un comentario sobre el tiempo. Para los visitantes es un momento íntimo con la historia de la ciudad: los muros góticos, que han visto siglos, se sienten de repente muy cercanos.

Mi consejo: Un cappuccino después. Sentarse en una de las terrazas de la plaza y dejar que lo vivido repose. Quien no pueda asistir mañana: el fenómeno se repite pocas veces al año, pero con suficiente constancia como para no olvidarlo.

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