Birgit Schrowange zieht nach München — Mallorca bleibt zweite Heimat

Nuevo comienzo con maleta y corazón: Birgit Schrowange sigue ligada a Mallorca

👁 2137✍️ Autor: Ana Sánchez🎨 Caricatura: Esteban Nic

Birgit Schrowange se muda a Múnich, pero mantiene su vínculo con la isla: tiene un piso en Santa Ponsa, continúa su compromiso contra la soledad y viajará con regularidad.

Nuevo comienzo con maleta y corazón: Birgit Schrowange sigue ligada a Mallorca

Traslado a Múnich, piso en Santa Ponsa y continuidad en su compromiso voluntario en la isla

Se la ve aquí y allá: en la panadería del espigón de Santa Ponsa, en el pequeño supermercado de la calle principal o en una de las terrazas del puerto, donde los pescadores de la mañana tienden sus redes. Birgit Schrowange, conocida por muchos por su trabajo en la televisión alemana, se anima a cambiar de residencia: según sus propias palabras, su nuevo centro de vida estará en Múnich. Pero: Mallorca seguirá formando parte de su día a día.

La presentadora posee un inmueble en Santa Ponsa y no tiene previsto, tras el traslado, abandonar por completo la isla. En cambio, se vislumbra un ritmo que la llevará a desplazarse entre ambos lugares. Modelos de vida así no son extraños en Mallorca: en la época previa a la Navidad se ven tanto residentes temporales como visitantes habituales que pasan por el mercado local y, después, se toman un espresso en el puerto.

Lo que alegra especialmente a la isla es que Schrowange no solo volverá con frecuencia, sino que continuará implicándose en proyectos sociales. En su papel de embajadora de la fundación que lucha contra la soledad de los alemanes mayores en Mallorca, seguirá activa. Voluntarios y asociaciones en la isla se benefician cuando voces conocidas atraen atención —ya sea para puntos de encuentro voluntarios, ayudas vecinales o actividades de bajo umbral en municipios como Calvià y Palma Nova.

Quienes la encuentran en Santa Ponsa la describen como cercana: una taza de café, una charla con los propietarios de las tiendas, de vez en cuando una visita breve al médico o al fisioterapeuta —cosas que forman parte del día a día de muchos residentes. Estos encuentros muestran que la fama no crea necesariamente distancia; al contrario, puede abrir puertas —para conversaciones y para proyectos.

En lo personal, la mudanza también responde a un deseo familiar: su marido, un hombre de negocios con raíces fuera de Mallorca, mantiene vínculos con Múnich. La decisión de mudarse juntos parece, por tanto, una decisión familiar. Hace dos años la pareja se casó a bordo de un crucero —un recuerdo que se adivina en las fotos del día en el mar. La cercanía a ambos lugares permite conjugar necesidades familiares y la presencia activa en la isla.

Importante para la isla: Schrowange, según sus propias palabras, ha descartado un regreso apresurado a la televisión. Para Mallorca eso significa que la atención de la presentadora se dirigirá principalmente a la labor voluntaria y social y a las apariciones públicas en la isla. Para las iniciativas locales es una ganancia —no porque las celebridades lo solucionen todo, sino porque pueden poner los problemas sobre la mesa.

Una brisa templada suele venir del mar por la promenade, las gaviotas graznan y los inviernos son más suaves que en la península. Esa mezcla de calma y vitalidad hace atractiva a Mallorca para muchos que buscan una segunda base. La decisión de Schrowange subraya una vez más: la isla es para muchos un lugar al que se regresa, aunque la vida lleve temporalmente a otros destinos.

Para el vecindario de Santa Ponsa esto significa: rostros conocidos permanecen, y pueden surgir nuevas conexiones. Para las organizaciones contra la soledad supone la oportunidad de aumentar la visibilidad de su trabajo. Y para quienes viven con una maleta entre dos sitios, el paso de Schrowange es un pequeño aliento: se puede empezar de nuevo sin renunciar por completo a lo familiar.

Perspectiva: no habrá un frenético regreso a los medios; más bien, la isla seguirá siendo un ancla firme —con paseos por el puerto, visitas a amigas y el compromiso con proyectos sociales. Quien pasee por Santa Ponsa quizá oiga el tintineo de su bolsa de la compra y su suave risa en la charla del quiosco. Eso no suena a retiro, sino a una segunda residencia viva, con corazón para la gente local.

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