El Black Friday llenó Palma, Fan Mallorca y Porto Pi de clientes — pero los descuentos benefician sobre todo a las cadenas y a las tiendas online. ¿Qué queda para los pequeños comercios?
Viernes Negro en Palma: la batalla de descuentos pone presión a las pequeñas tiendas
Muchos compradores, calles llenas — pero no todos se benefician
La mañana del sábado el centro de Palma estaba animado como siempre en la época previa a la Navidad: los taxis tocaban el claxon brevemente en el Passeig des Born, los operarios de la recogida de basura cargaban sus vehículos y en los escaparates se formaban pequeños grupos de personas. Frente a algunas tiendas de moda en la Carrer de Sant Miquel había gente haciendo cola, las bolsas crujían y un niño tiraba del gorro de su madre. En los grandes centros comerciales Fan Mallorca y Porto Pi se repetían escenas similares: aparcamientos llenos, colas en las entradas y dependientas respirando hondo antes de que entraran las siguientes clientas.
Pregunta principal: ¿Por qué trae el Black Friday mucho tráfico de clientes a Palma, pero beneficia sobre todo a las grandes cadenas y plataformas online, mientras que las tiendas pequeñas a menudo se quedan fuera?
Los hechos son sencillos: las guerras de descuentos atraen compradores. Muchos aprovecharon las ofertas para hacer las primeras compras navideñas. Como las tiendas estaban abiertas el domingo, las promociones suelen prolongarse varios días. Al mismo tiempo el sindicato del comercio Afedeco critica que las pequeñas tiendas pueden competir difícilmente con los enormes descuentos de los grandes minoristas y con los precios de internet.
El problema tiene varias caras. Las grandes cadenas trabajan con estructuras centrales de compras y logística; pueden comprar mercancía en grandes volúmenes y compensar descuentos con sus márgenes. Los comercios online reducen precios sin pagar alquiler de local y con cadenas de suministro flexibles. Las pequeñas boutiques, en cambio, pagan alquileres en zonas céntricas, invierten mucho en atención personalizada y suelen tener capacidad de almacenamiento limitada. Que cientos de personas paseen un sábado por la Avinguda Jaime III aumenta el número de transeúntes, pero no incrementa automáticamente el beneficio de los comercios, que ya operan con margenes reducidos.
Lo que a menudo falta en el debate público son cifras concretas y perspectivas locales. No se trata solo de los flujos de visitantes, sino del ingreso por cliente, la tasa de devoluciones y la fidelización a largo plazo. La publicidad de los descuentos genera atención a corto plazo. Pero si esto atrae o no a la clientela habitual de la pequeña librería de la Plaça Major o de la tienda de menaje del barrio El Mercat sigue siendo una incógnita. También se menciona poco el efecto en los empleados: quienes deben abrir los domingos o hacer turnos extra acaban el mes con estrés en lugar de perspectivas claras.
Una escena cotidiana en Palma: la señora Elena, propietaria de una pequeña tienda de ropa infantil en la Calle Sant Feliu (nombre cambiado), abre la puerta, vuelve a poner etiquetas de precio y mira la caja. Ayer tuvo pocos clientes, aunque a dos calles de distancia los escaparates atraían gente. Cuenta que los clientes habituales suelen pedir asesoramiento, algo que se aprecia poco en una compra rápida de Black Friday.
Existen propuestas concretas que podrían funcionar en Mallorca y son prácticas:
- Acciones de descuento cooperativas: pequeños comercios se unen para lanzar promociones conjuntas con una campaña de marketing unificada en las calles. Esto reduce costes publicitarios y crea una alternativa visible a la avalancha de precios de las cadenas.
- Plataformas online locales: una presencia conjunta en internet de varias tiendas con opción de compra online y recogida en tienda (click & collect) puede captar a quienes comparan precios pero prefieren recoger en el lugar.
- Escalonamiento de promociones: si los ayuntamientos o asociaciones comerciales coordinan fines de semana concretos para descuentos, el flujo se distribuye y las tiendas pequeñas ganan previsibilidad.
- Apoyo en logística y compras: modelos cooperativos de abastecimiento reducen los costes de compra para los comercios menores.
- Transparencia para consumidores: campañas que destaquen el valor del asesoramiento y la sostenibilidad ayudan a cambiar decisiones de compra.
Estas medidas requieren compromiso: de propietarios, del Ayuntamiento y de las asociaciones locales. Un simple comunicado municipal diciendo que la ciudad apoya las acciones no basta. Hace falta apoyo dirigido, herramientas prácticas y visibilidad para las ofertas locales: espacios pop-up, microeventos en calles secundarias y horarios reducidos entre semana a cambio de aperturas conjuntas y promocionadas los fines de semana.
Conclusión: el Black Friday atrae a multitudes a Palma y llena los aparcamientos de Fan Mallorca y Porto Pi. Pero la estruendosa fiesta de los descuentos pasa de puntillas para muchos pequeños comercios. Si no hablamos no solo de lo llenas que estaban las calles, sino de cómo se distribuyeron los ingresos, no podremos construir respuestas reales. Si no, de la bulliciosa anticipación no quedarán más que bolsas y un comercio minorista menos estable — y una calle que, pese a lucir viva temporalmente, podría perder diversidad a largo plazo.
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