En Palma circulan pequeños Renault ZOE blancos por las calles —no de una gran empresa, sino de una cooperativa local. Por una cuota de inscripción única hay reservas flexibles por minutos mediante una app y tarifas desde 4,95 € la hora. Por qué el modelo tiene aceptación en las estrechas callejuelas de la ciudad insular y cómo puede seguir creciendo.
Cuando suena la campana de la iglesia y se oye un leve zumbido
Antes, al pasear por Palma se escuchaban sobre todo las motos y las gaviotas; ahora se añade un suave zumbido eléctrico. Pequeños Renault ZOE blancos aparcan en esquinas donde antes solo peleaban las furgonetas: en la plaza, cerca del Mercat, entre los puestos y el olor del peix frito. No son las flotas de grandes compañías, sino coches de una cooperativa local. Se pueden abrir con una app, reservar por minutos o por horas, y cuestan poco más que un café.
Cómo funciona el sistema
Quien quiera participar paga una vez 100 euros de cuota de socio. Después se crea un perfil en línea, pueden registrarse dos conductores y la reserva se hace a través del portal o de la app para smartphone. Abrir, conducir, devolver: todo digital. Ya no hay caos de llaves, solo el leve clic de la app y el zumbido al maniobrar para salir de la plaza de aparcamiento.
Las tarifas son sencillas: 4,95 € por hora, 45 € por día (para usos de nueve horas hasta 24 horas) y unos 0,04 € por kilómetro recorrido. Actualmente la flota cuenta con cinco Renault ZOE, suficiente para mandados espontáneos, una rápida escapada al supermercado o un pequeño fin de semana en la Platja Cala Major.
Por qué muchos se suman
Lo especial es que la iniciativa está organizada como cooperativa. Los miembros no son solo usuarios, sino copropietarios. Pueden participar en decisiones sobre nuevas plazas, puntos de carga o la orientación estratégica. En una ciudad con poco espacio para aparcar y calles estrechas, funciona como un proyecto de barrio con sentido.
Los responsables aseguran que un coche compartido puede sustituir hasta una docena de vehículos privados. A muchos les parece plausible: menos coches en los callejones significa más espacio para peatones, patinetes y ciclistas. Los usuarios habituales cuentan que usan los vehículos sobre todo cuando el autobús o la bici no sirven —unas dos o tres veces al mes, por ejemplo para la compra grande o citas fuera de las líneas de metro.
Dónde están los coches y cómo piensan crecer
Las plazas están en ubicaciones céntricas: a distancia a pie de supermercados, estaciones y barriadas residenciales. A menudo se nota en barrios como Santa Catalina o cerca de la Estació, donde por la mañana se llena el aire con el bullicio de los vendedores del mercado. La cooperativa planea ampliar la flota y los puntos a otras zonas de la isla —siempre que haya posibilidades de carga y anfitriones dispuestos a ofrecer plazas.
Como gancho, a veces las nuevas altas reciben horas gratis para probar el servicio. Quien tenga una plaza con punto de carga puede ponerse en contacto. La burocracia sigue siendo un tema —los permisos y las normas de aparcamiento tardan—, pero muchos ven en el proyecto un complemento práctico y sostenible para el día a día.
Un panorama pragmático
El modelo tiene encanto: combina una tecnología sencilla (app, llaves digitales) con un sentimiento de comunidad. Para crecer necesita más que buenas ideas: más puntos de carga, señalización clara en las plazas, el apoyo de los municipios y algo de entusiasmo vecinal. Serían posibles colaboraciones con supermercados, cooperativas de vivienda o los ayuntamientos para reservar puntos de carga.
Para las personas que viven en Mallorca esto supone menos coches en las calles residenciales, menos vueltas en busca de aparcamiento y más espacio para la gente. Y para quien quiera ir al mar de un sábado de forma espontánea: un consejo del vecindario —reservar pronto. Sobre todo los viernes las plazas se agotan.
El suave zumbido de los coches eléctricos ya forma parte del paisaje sonoro de Palma. Si se convertirá en un movimiento amplio depende, en parte, de que la ciudad, los propietarios y los vecinos se impliquen.
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