La presidenta del gobierno balear pide en un debate parlamentario un replanteamiento: la vivienda, la infraestructura y la identidad de la isla están bajo presión por el crecimiento continuo.
Alerta en el Parlamento: "Tenemos que replantearnos"
El martes por la noche, poco después del debate general en el Parlamento, el ambiente estaba notablemente tenso. La presidenta del gobierno balear habló abierta y claramente de lo que muchos aquí llevan años sintiendo: Mallorca crece más rápido de lo que las calles, los hospitales y las escuelas pueden seguir el ritmo. Citó cifras que no se olvidan fácilmente: casi un 50 por ciento más de habitantes en tres décadas y pronósticos que prevén un crecimiento adicional de hasta 250.000 personas en los próximos años.
No es un llamamiento contra las personas, sino contra la desplanificación
No fue una actuación de campaña vacía. Más bien, pidió un replanteamiento pragmático en la planificación de población y espacio. "El territorio es limitado", dijo aproximadamente, y quien recorra un poco Palma o los municipios más pequeños sabe a qué se refiere: obras en la circunvalación, salas de espera llenas en los centros de salud y vecinos preocupados por vivienda asequible.
Destacó que el reto debe abordarse de forma transversal entre partidos. Muchas medidas caen dentro de competencias que no controlan solo las consiguientes autoridades insulares — por ejemplo, migración y cuestiones de libre movilidad a nivel de la UE. Aun así, abogó por trabajar con hechos a nivel local y evitar respuestas a corto plazo.
¿Quién paga el precio?
El debate no giraba solo en torno al hormigón y los ladrillos. También se habló de la cultura, los barrios y lo que muchos llaman aquí "la vida mallorquina". La presidenta advirtió que la identidad y las tradiciones están en peligro si el crecimiento se trata solo como una cifra estadística y no como un reto de forma.
En la práctica, esto significa repensar los programas de vivienda, ajustar mejor los planes de infraestructura y planificar de forma anticipada la oferta de salud y educación. Si y cómo eso se logra, también será determinado por Madrid y Bruselas — un hecho que reconoció abiertamente.
Al final, hizo un llamado a un amplio debate social. Eso me parece correcto. En la plaza de Palma, en la parada de autobús o en la panadería: ya se están hablando de alquileres, atascos y playas llenas. La política tiene que escuchar ahora — y actuar, antes de que las planificaciones queden una y otra vez superadas por la realidad.
En corto y claro: no se trata de mantener a la gente alejada. Se trata de cómo planificamos juntos para que Mallorca siga siendo habitable — para los residentes de siempre y para los recién llegados.
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