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Magaluf se prepara para miles de Marines de EE. UU.: oportunidad de negocio y tensión

Magaluf se prepara para miles de Marines de EE. UU.: oportunidad de negocio y tensión

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La llegada del portaaviones estadounidense llena comercios y bares de dinero, pero también despierta recuerdos de disturbios. ¿Cómo se está preparando Magaluf realmente?

Cuando ondean las banderas: Magaluf se prepara

En estos días se ve en el paseo marítimo banderas de EE. UU., ofertas especiales de bourbon y cajas de puros apiladas en las vitrinas. Magaluf, el destino vacacional conocido por sus noches ruidosas y por los turistas británicos de paquetes, se prepara para una escala inusualmente grande: un portaaviones estadounidense anclará en la bahía frente a Palma, y unos 4.500 miembros de la Marina desembarcarán durante la semana del 3 al 8 de octubre.

Cartera llena, semáforo en rojo para las preocupaciones

Para los empresarios es como un destello después de un verano agotador. Representantes de la hotelería y la restauración locales esperan ventas mucho más altas: bebidas, recuerdos, taxis, cenas; todo ello podría, según estimaciones aproximadas, llenar las arcas con varios millones de euros. Un comerciante en la Calle Punta Ballena me dijo ayer que había comprado hasta la medianoche para reponer estantes con Jack Daniel’s y cerveza estadounidense. Son días a los que uno espera, y sonrió nerviosamente.

Al mismo tiempo hay otra cara: recuerdos de incidentes ocurridos durante desembarcos anteriores permanecen latentes. La policía y la Guardia Civil han acordado planes de operación, y también la Policía Militar Naval de EE. UU. (Master-at-Arms) coordinará en el lugar. Las autoridades destacan que quieren actuar de forma preventiva: mayor presencia, rutas más claras para los soldados y controles estrictos en los puntos críticos.

Entre la anticipación y la precaución

En los bares del Paseo Marítimo hay una mezcla de anticipación y cautela. Algunos propietarios buscan dirigir deliberadamente a los clientes hacia locales familiares, otros apuestan por productos típicos estadounidenses y horarios extendidos. Los residentes observan las preparaciones con sentimientos encontrados: una mujer, que vive en Magaluf desde hace 20 años, dijo que le alegran los restaurantes llenos, pero teme desórdenes por la noche. Nadie quiere volver a vivir esas escenas.

Al final se mantiene un equilibrio: alivio económico para muchos negocios frente al riesgo de disturbios. Los próximos días dirán si la isla consigue el equilibrio: que las cajas tomen movimiento con la menor molestia posible. Seguiré investigando en el lugar y informaré cuando cambie el ambiente.

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