Mallorca vuelve a concentrar la atención de los planes militares: visitas al puerto, almacenes de munición previstos y controles reforzados plantean preguntas para residentes y turistas.
¿Por qué tanta atención de repente?
Si por la mañana los conductores de taxi en Passeig Marítimo hablan de algo, eso tiene peso. En las últimas semanas no solo había marineros y hoteleros, sino también llamadas a la redacción: un alto mando naval en la bahía, planes de construcción cerca de Son Sant Joan, más controles en la costa. La combinación de conflictos en Europa del Este y nuevos escenarios en Oriente Medio ha convertido al Mediterráneo en el escenario geopolítico nuevamente — y Mallorca está en medio.
Un símbolo en la bahía
Un enorme portaaviones anclado frente a Palma no parece una visita portuaria normal. Oficialmente estas paradas son rutinarias. Para muchos observadores, la visita fue sin embargo una señal clara: se muestra presencia, se prueba logística y se envía un mensaje a posibles adversarios. A primera hora de la mañana se ve en el Passeig a gente que se queda mirando al agua. Algunos sacuden la cabeza, otros están orgullosos de que la isla vuelva a ser percibida estratégicamente.
Planes subterráneos en Son Sant Joan
Paralelamente circulan planes para un nuevo almacén reforzado contra ataques en la base aérea de Son Sant Joan. Es el tipo de proyecto que plantea preguntas de inmediato: ¿cómo será la zona de seguridad? ¿Qué controles se aplicarán? ¿Y qué significa eso para el tráfico aeroportuario civil? Los residentes relatan mediciones, ruidos de obras y patrullas más frecuentes.
Históricamente la isla no es ajena a las estrategias militares. Durante décadas fue un puesto logístico avanzado. Lo nuevo es la intensidad y la orientación internacional de las planificaciones de hoy: ejercicios de la OTAN, posibles almacenamientos y la presencia de flotas extranjeras cambian la discusión.
Qué dicen las personas aquí
«No queremos una guerra, pero tampoco queremos falta de seguridad», dice una vendedora de Santa Catalina, que abre su quiosco por la mañana. Un pescador de Cala Mayor dice que después de la visita del buque-transportista tuvo menos turistas en su barco durante el día — algunos no reservan porque se sienten inseguros. Al mismo tiempo hay voces que ven más inversión en seguridad como tranquilizadora.
Las autoridades subrayan que se trata de medidas defensivas y que no está prevista una militarización de la isla. Sin embargo, el equilibrio entre la necesidad estratégica y la vida diaria de los habitantes sigue siendo frágil. Mallorca continúa siendo isla de vacaciones y hogar a la vez — y ahora, también, vuelve a estar en el mapa de los planificadores militares. Si eso es bueno o malo, se debatirá aquí durante mucho tiempo.
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