Jetski-Parcours vor s'Arenal: Wer entscheidet?

Motos acuáticas frente a s'Arenal: ¿De quién es el espacio en el mar?

👁 2374✍️ Autor: Ricardo Ortega Pujol🎨 Caricatura: Esteban Nic

Frente a s'Arenal, un operador solicita una superficie de alrededor de 22.500 m² para un circuito de motos acuáticas. ¿Quién decide — y qué significa esto para los vecinos, los bañistas y la naturaleza?

Motos acuáticas frente a s'Arenal: ¿De quién es el espacio en el mar?

Pregunta central: ¿Se debería autorizar una superficie de 22.500 metros cuadrados frente a Llucmajor para un recorrido comercial de motos acuáticas?

Un operador ha presentado una solicitud para gestionar frente a la costa de s'Arenal un circuito con una plataforma flotante a la que puedan amarrarse hasta ocho motos acuáticas. La superficie sería de unos 22.500 metros cuadrados y se situaría a aproximadamente un kilómetro de la playa. La autoridad costera deberá decidir finalmente; aún se pueden presentar alegaciones. En Magaluf un proyecto similar fracasó tras las protestas.

Suena a una escena típica de verano: motores, turistas riendo, selfis sobre el agua. Pero entre el olor a sal marina en el Paseo Marítimo y el ruido que puede generar un circuito así hay más que una simple oferta de ocio.

Análisis crítico: Los datos básicos —tamaño, distancia a la playa, capacidad de la plataforma— plantean varias cuestiones prácticas y legales. Una cuestión central es: ¿qué efectos concretos tendrá la actividad en la seguridad de los bañistas y de las embarcaciones menores? Un circuito a un kilómetro de la costa puede, en una tarde de viento o temporal, acercarse con rapidez a la orilla; las corrientes y los vientos frente a Mallorca los conoce cualquier patrón de barco local. Otro problema es el ruido. Ocho motos acuáticas en las inmediaciones, arrancando y parando con regularidad, generan un paisaje sonoro distinto al de embarcaciones deportivas aisladas. Para los residentes de la Playa de Palma o para personas mayores que pasean por la mañana junto al mar, esto no es un detalle menor.

Lo que falta en el debate público son datos concretos. La documentación del proyecto debería aclarar horarios de funcionamiento, niveles de ruido, planes de emergencia, estudios de impacto ambiental y pólizas de seguro. A menudo esos puntos quedan vagos o se regulan más tarde mediante condiciones. La transparencia ahora sería importante para que vecinos, gestores de playas, pescadores y organizaciones de conservación puedan presentar alegaciones fundamentadas o dar su consentimiento. También se habla poco de la densidad del tráfico marítimo: ¿cómo se desviará o señalizará a los navegantes, a los practicantes de paddle surf y a los pescadores locales? ¿Quién responderá si embarcaciones deportivas privadas colisionan con el circuito?

Escena cotidiana: en una mañana clara cerca del balneario a menudo siento el rumor de las olas y escucho a los vendedores del Paseo montar las sombrillas. Los barcos de pesca faenan sus redes y los niños construyen castillos de arena en la línea de la orilla. Un circuito comercial allí cambiaría esa rutina. Incluso pequeñas modificaciones —más embarcaciones a motor, más señalización en el agua— transforman la imagen familiar de s'Arenal.

Propuestas concretas: en lugar de aceptar o rechazar la solicitud de forma tajante, la autoridad podría imponer condiciones escalonadas. Ejemplos:

- Limitar los horarios de operación: solo por las mañanas y a primeras horas de la tarde, con días de descanso en temporada alta.

- Límites de ruido y estándares técnicos: permitir únicamente modelos modernos y silenciosos de motores de dos o cuatro tiempos o motos acuáticas eléctricas.

- Medidas de protección ambiental: estudio de impacto ambiental obligatorio con foco en marsopas, aves marinas y praderas de posidonia; distancias de seguridad fijas respecto a ecosistemas conocidos.

- Normas de tráfico marítimo: señalización clara del circuito, vigilancia permanente mediante una plataforma de rescate o control, protocolos de emergencia coordinados con el puerto y la guardia costera.

- Participación de actores locales: audiencia vinculante con el Ayuntamiento de Llucmajor, gestores de la playa, pescadores y empresas turísticas; publicación transparente de los informes antes de la decisión final.

Otras medidas posibles son una fase piloto con duración limitada y controles estrictos, así como una fianza económica del operador para cubrir daños medioambientales y accidentes.

Conclusión contundente: un recorrido de motos acuáticas no es un proyecto meramente técnico que se pueda resolver con un sello. Se trata de ruido, seguridad, recreación y uso de espacios públicos —aspectos que configuran la vida cotidiana en la costa. La autoridad costera tiene ahora la oportunidad de tratar la propuesta no como una decisión de sí o no, sino como la ocasión para establecer reglas claras. Si autoridades, promotor y vecinos negocian de forma abierta y concreta en esta fase, puede encontrarse un compromiso que preserve la comodidad y la protección de la costa. De lo contrario, se corre el riesgo de repetir el patrón de Magaluf: protestas, rechazo y pérdida de tiempo.

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