En el parque s’Hort del Rei, a los pies de la catedral, los artesanos observan a diario robos de carteristas; se sienten abandonados y exigen más presencia y señales claras para los turistas.
Alarma silenciosa a los pies de la catedral
En la mañana temprana del jueves, hacia las 09:30, los artesanos, como cada día, se sientan en los bancos sombreados de s’Hort del Rei. El aroma del café recién hecho se mezcla con el olor del protector solar de los turistas y con una tensión contenida. «Vemos estas escenas una y otra vez», dice Toni, quien vende cerámica desde hace diez años. «Los pasajeros mayores de cruceros con mochilas son el objetivo principal.»
Los comerciantes cuentan gestos cortos y rutinarios: una chaqueta se eleva, un plano de la ciudad oculta el movimiento, y se esfuma la cartera. Normalmente todo sucede tan rápido que las víctimas no pueden reaccionar. «A veces solo tarda unos segundos», comenta Marta, que ofrecía bolsos hechos a mano. «Entonces el grupo ya se ha alejado.»
Presencia ausente, críticas fuertes
Lo que más enfada a los vendedores: la policía rara vez se ve. En su lugar, los controles se dirigen una y otra vez contra los vendedores callejeros: gente que venden botellas de agua y recuerdos. «A los pequeños les cae siempre problemas, pero los ladrones andan libres», dice un comerciante y sacude la cabeza. Un vendedor de agua asiente y señala un lugar en las escaleras: «Allí es donde es más peligroso.»
Fotos de sospechosos que reaparecen aparecen entre los puestos mediante el teléfono. Algunos vendedores adoptan medidas simples: carteles de advertencia adicionales por la mañana, gritos, incluso folletos con consejos para visitantes mayores. Pero eso no basta para muchos.
Demandas prácticas en lugar de grandes promesas
Los comerciantes no exigen milagros, sino pasos prácticos: más patrullas a pie en las horas punta, carteles informativos en el muelle de llegada de los barcos de crucero, indicaciones más claras de dónde están los baños y los caminos accesibles hacia la catedral. «Ayudaría a la gente y nos permitiría cubrirnos las espaldas», dice Marta.
En Palma se siente la discusión entre la imagen de la ciudad, el turismo y la seguridad pública. Para los pequeños empresarios de s’Hort del Rei ya no es un problema teórico. Simplemente desean que alguien preste atención, antes de que se pierda aún más la confianza.
Si está recorriendo el casco antiguo: vigile su bolso, lleve sus objetos de valor cerca del cuerpo y acérquese a los vendedores si algo le parece sospechoso. La gente de aquí suele ayudar en la mayoría de los casos.
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