Tras años de estancamiento, el puente en el Baluard del Príncep debería estar terminado en 2025. El dinero está disponible, pero persisten errores de planificación y riesgos contractuales. Una mirada a oportunidades, problemas y pasos concretos para una conclusión rápida.
Recta final en el Baluard del Príncep – ¿pero basta solo el dinero?
Si por la mañana se pasa por la obra en el casco antiguo de Palma, el leve traqueteo de las máquinas se mezcla con el murmullo del espresso de los trabajadores: a las nueve, cuando las máquinas se calientan, el aire huele brevemente a café y hormigón fresco. La noticia de que el Ministerio de Vivienda español libera 1,6 millones de euros suena a primera vista como un alivio. Pero detrás de la sonrisa se plantea la pregunta: ¿serán suficientes estos fondos para terminar un proyecto que desde 2008 ha ido siempre con el freno puesto?
Qué queda por hacer – y por qué se atasca
Oficialmente está hecho alrededor del 93 % de los trabajos. El siete por ciento restante se lee como trabajos finos y sensibles: la urbanización del foso urbano, las conexiones a la red de saneamiento, la construcción del puente con tramos de escaleras desde la Plaza de la Porta del Camp hasta el foso, el cerramiento en piedra de marés hacia la Avenida Gabriel Alomar y los últimos elementos de la propia plaza. Estas tareas parecen pequeñas, pero son técnicamente exigentes y críticas en el tiempo, porque implican interfaces con las redes de servicios existentes y con el muro histórico.
El proyecto se frenó, entre otras cosas, por la insolvencia de una empresa constructora en 2020 y por sucesivos cambios de proyecto. El problema no es solo económico: cada vez que un contrato debe volver a licitarse se generan lagunas logísticas, cambios de personal y pruebas adicionales, y con ello retrasos que se acumulan.
Más que una obra: identidad y vida cotidiana
La muralla de Palma no es un simple muro de cemento. Sus estratos llegan hasta la época musulmana; las cicatrices de antiguas batallas se aprecian en la piedra de marés. Para residentes y visitantes, el Baluard del Príncep es una parte de identidad. El puente proyectado no solo unirá dos márgenes, sino que volverá a hacer accesibles caminos históricos. Si la gente se detendrá más a menudo, disfrutará de la vista a la Plaza de la Porta del Camp o simplemente escogerá la ruta más rápida, también dependerá del diseño: los asientos, la vegetación y la iluminación influyen.
Puntos críticos en la gestión del proyecto
La inyección financiera actual es importante, pero aborda sobre todo el agujero de liquidez a corto plazo. Quien observe el conjunto reconoce riesgos estructurales: ausencia de colchones en los contratos, reglas de responsabilidad poco claras para los socios de planificación y procesos de licitación demasiado rígidos que, ante la caída de una empresa, provocan una nueva adjudicación que puede durar meses. Eso no solo es molesto, también encarece el proyecto a lo largo del tiempo.
Propuestas concretas para que la recta final funcione
Algunas ideas pragmáticas que la administración de Palma y el Ministerio deberían evaluar ahora:
1. Licitaciones más rápidas y modulares: dividir los trabajos en lotes más pequeños para que empresas sustitutas puedan incorporarse con facilidad y no bloquear todo el proyecto.
2. Cláusulas contractuales con colchón y sanciones: regular claramente los escenarios de insolvencia, los protocolos de entrega y las reglas de sustitución, para evitar nuevas pérdidas de semanas por fallos.
3. Aprovechar mano de obra y redes artesanales locales: la piedra de marés y el mantenimiento del muro histórico requieren especialistas que a menudo están en la isla; integrar sistemáticamente estas capacidades locales.
4. Transparencia para los vecinos: información continua, desvíos peatonales temporales y planes de mitigación de ruido generan aceptación: el sonido del espresso por la mañana seguirá, pero la frustración será menor.
Mirando hacia adelante
En los próximos días, el secretario de Estado David Lucas y el alcalde de Palma, Jaime Martínez, deberían firmar un protocolo de acción. Objetivo: licitar antes de fin de año, adjudicar y completar lo antes posible. Siempre habrá escépticos; las obras en contextos históricos rara vez son sencillas. Pero hay movimiento, y eso vale mucho en el casco antiguo de Palma.
Al final se trata de algo más que milímetros de mortero: es la conexión entre pasado y presente, de caminos que vuelven a ser transitables y de una conservación urbana que no solo aporte brillo turístico sino también calidad de vida. Cuando el puente esté, no querremos solo una postal, sino un trozo de ciudad que facilite la vida diaria —con menos papeles y más pragmatismo.
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