Camino con el Ficus macrophylla y nueva iluminación LED en los Jardines de la Misericòrdia de Palma

Los jardines de la Misericòrdia: el tranquilo latido de Palma brilla de nuevo

👁 6842✍️ Autor: Adriàn Montalbán🎨 Caricatura: Esteban Nic

Tras seis meses de obras, los jardines de la Misericòrdia de Palma han reabierto. Mayor accesibilidad, plantación mediterránea y una iluminación LED suave convierten este oasis verde en un punto de encuentro para el descanso, la cultura y pequeños descubrimientos.

Espacio verde en el centro de Palma: un pequeño oasis ha vuelto

El sábado por la mañana volvieron a abrirse las puertas de los jardines de la Misericòrdia, tras unos seis meses en los que la grava crujía bajo los pies, las carretillas daban sus silenciosas vueltas y los jardineros, con guantes y ojos húmedos, rehacían los caminos. Quienes conocen ese rincón tranquilo detrás del centro cultural lo notan al instante: muchas cosas son nuevas, pero no lo esencial. Los grandes árboles siguen ahí, como si hubieran esperado con paciencia el regreso de los visitantes.

El Ficus, caminos más anchos y adaptados al día a día

Lo primero que llama la atención es el imponente Ficus macrophylla con una copa de aproximadamente 35 metros de diámetro. Sigue ofreciendo una sombra acogedora, y los responsables del proyecto han logrado situar los caminos y las zonas de seguridad de forma que se puede circular alrededor sin sentirse un estorbo. Las sendas son más anchas, el pavimento está nivelado y las rampas facilitan el acceso a personas en silla de ruedas, familias con cochecitos y personas mayores. Eso aporta mayor funcionalidad diaria: ya no hay que sortear obstáculos para hacer un recado o pasear el domingo.

Práctico y poético: iluminación y conexiones para la cultura

La iluminación se ha modernizado: ahora unas eficientes lámparas LED bordean los caminos. Es una mejora discreta pero con mucho efecto: por la noche se mantiene el ambiente sin ahuyentar a los insectos ni convertir el vecindario en un mar de focos. Las nuevas tomas de corriente permiten organizar pequeños eventos culturales directamente en la pradera, sin necesidad de generadores ruidosos. Práctico, como se dice en las calles de Mallorca, y al mismo tiempo abre posibilidades para lecturas, conciertos de cámara o un suave set de flamenco bajo el Ficus.

Menos ornamentos, más Mediterráneo

En la plantación se ha apostado conscientemente por especies autóctonas y resistentes al calor: romero, tomillo, arbustos de bajo porte y otras plantas mediterráneas dominan ahora los parterres. Esto reduce el trabajo de mantenimiento y el consumo de agua, algo importante cuando los veranos de Palma muestran su fuerza. Un sistema de riego actualizado ayudará a que las plantas no se marchiten en las olas de calor. Al entrar, el aroma de las hierbas sube de inmediato: más agradable que cualquier ambientador artificial.

Un lugar con pequeñas sorpresas

Por todas partes hay ahora discretos rincones para sentarse y algunas pequeñas esculturas que favorecen los encuentros sin sobrecargar el espacio. Estuve hacia las once: dos señoras mayores probaban los nuevos bancos, una perrita olisqueaba curiosa un arbusto de lavanda y un operario fijaba con calma el último cartel. De fondo cantaban de vez en cuando las cigarras, un sonido que define Mallorca tanto como su paseo marítimo en verano.

Horarios, seguridad y vida cotidiana

Desde el ayuntamiento recuerdan que los jardines pueden cerrarse temporalmente en caso de viento fuerte o calor extremo. Puede parecer una medida estricta, pero es sensata: el verano en Palma no es un paseo, y la protección de visitantes y árboles es prioritaria. Quienes planifiquen la visita deberían consultar los avisos municipales: la información sobre horarios y cierres puntuales está disponible en línea.

Por qué esto importa para Palma

La reapertura de los jardines es más que un lavado de cara. En una ciudad que en algunos lugares es ruidosa y bulliciosa, estos pocos miles de metros cuadrados de verde urbano ofrecen un respiro. La accesibilidad, el menor consumo de agua y la posibilidad de organizar pequeños formatos culturales convierten la instalación en una ganancia práctica: para los vecinos, para quienes visitan el centro cultural y para quienes quieren descubrir Palma desde un ángulo más tranquilo.

Mirando hacia delante

Los jardines de la Misericòrdia están ahora más acogedores, accesibles y adaptados al día a día de la ciudad. Si en otoño se organizan las primeras lecturas bajo el Ficus o jóvenes músicos prueban su repertorio, se notará que son las pequeñas cosas, sin estridencias, las que hacen una ciudad más habitable. Y quién sabe: quizá el Ficus pronto se convierta en el punto de encuentro preferido para un picnic silencioso o una conversación espontánea en uno de los nuevos bancos.

Práctico: La entrada está cerca del centro cultural, en la calle hacia la clínica. Los horarios actualizados y los cierres puntuales los publica el ayuntamiento en línea.

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