La mercería Ángela en el casco antiguo de Palma cierra: 340 años de negocio familiar llegan a su fin. Para los residentes, es más que una tienda, es un trozo de historia de la ciudad.
Una tienda que vendía más que agujas
\nLos pequeños botones de latón en la vitrina todavía brillan, pero la puerta de la Mercería Ángela permanecerá cerrada próximamente. Después de 340 años y en la undécima generación de la familia, esta inusual historia de la tienda llega a su fin en el casco antiguo de Palma. Quien pase por allí en una mañana fresca se detiene, no solo por los letreros de liquidación, sino porque el ambiente es más pesado de lo habitual.
\nFotos en lugar de compras
\n“Antes las vecinas venían con listas, hoy la gente se detiene y toma fotos,” dice el dueño entre risas, luego la voz se vuelve más seria. La pequeña tienda, escondida en una estrecha callejuela cerca de la Plaça Major, siempre fue un lugar donde se podían conseguir botones, hilo de coser o asesoramiento de reparación. Un puñado de clientas fieles y la mirada a antiguos libros de comercio — esa era la mezcla diaria.
\nLas últimas mercancías se ofrecen ahora en una liquidación: madejas de hilo, pegamento retráctil, pequeñas tijeras, retales de tela. La atmósfera recuerda al olor a madera vieja y al café recién hecho de la barra de al lado. Algunos lugareños se quedan mirando, cuentan una anécdota, cierran brevemente los ojos.
\nQué queda, qué viene?
\nLo que ocurrirá con el local aún está por verse. Ya se han visto posibles interesados, se especula: ¿Un café? ¿Una tienda de recuerdos? ¿O tal vez una oficina? Para muchos suena trivial, para otros es una pérdida: una parte de la cultura artesanal vivida que poco a poco se desvanece de la ciudad.
\nLa clausura plantea preguntas que van más allá de esta tienda: ¿Cómo cambian el turismo, el comportamiento de compra y los alquileres altos nuestras ciudades? ¿Y quién asume la responsabilidad de que las pequeñas empresas artesanales tengan un futuro?
\nPara la familia termina una era. A pesar de toda la nostalgia, hay comprensión: la generación más joven quiere seguir otros caminos; los desafíos logísticos y la caída de ventas aceleraron la decisión. Al final vaciaron los estantes con dignidad y empujaron la puerta del cierre para que los vecinos pudieran saludar.
\nUna despedida con sentimientos encontrados: para los turistas es un punto de fotos menos. Para los habitantes de Palma, un capítulo que se cierra. Y para la calle queda la pregunta: ¿qué viene después?
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