Las mediciones muestran: en 2025 el agua alrededor de Mallorca se calentó en capas profundas más que en la superficie. ¿Qué supone esto para las costas, la pesca y el turismo, y por qué ya no basta hablar del mar cálido?
Récord de calor a 500 metros de profundidad: Mallorca ante un peligro invisible
Pregunta principal: ¿Cómo reaccionaremos cuando el mar bajo nuestros pies esté más caliente que la superficie?
En verano las temperaturas en algunos puntos de la costa alcanzaron hasta 31 °C. Eso ya suena grave, pero un hallazgo en las series de mediciones de este año es aún más alarmante: a unos 500 metros de profundidad se detectó una tendencia de calentamiento que superó incluso a la superficie. Investigadoras e investigadores del sistema de observación costera Socib hablan de las anomalías térmicas más intensas desde el inicio de los registros satelitales, y esto no es un experimento abstracto de la naturaleza: impacta con fuerza en el ecosistema.
Análisis crítico: por qué la profundidad importa. Las olas superficiales, el viento y el intercambio con la atmósfera atenúan las fluctuaciones de temperatura en la superficie marina. En profundidad, en cambio, el agua circula más lentamente y el calor permanece almacenado durante más tiempo. Si las capas alrededor de los 500 metros se calientan de forma notable, significa que el calor se está incorporando a la circulación oceánica, no se «va» fácilmente y altera las condiciones de vida en lugares que apenas percibimos desde tierra. Esto aumenta el riesgo para las praderas de posidonia, las comunidades bentónicas y las especies de peces migratorias.
Del paquete de hechos: junio de 2025 fue, según las series de mediciones, el mes más cálido desde 1982; las medias estuvieron entre dos y cuatro grados por encima de lo normal, y a comienzos de julio localmente hasta cinco grados. En 2025 también se contabilizaron 210 días con olas de calor marinas; por primera vez la región alcanzó una ola de calor de categoría 3. Más del 90 % del exceso de calor derivado de emisiones humanas ya ha sido absorbido por los océanos: un fenómeno global con consecuencias locales.
Lo que falta en el debate público. Aquí la discusión gira con demasiada frecuencia en torno a las temperaturas del agua para bañarse, la temporada de baños y las consecuencias para el turismo. Eso es importante, pero incompleto. Casi nadie habla de los cambios persistentes en capas profundas, de los periodos en los que ese calor permanece almacenado y de los efectos indirectos: corrientes marinas alteradas, masas de agua más cálidas que entran en calas o la ausencia de fases de afloramiento ricas en nutrientes que regulan las cadenas tróficas marinas.
Una escena cotidiana: en una mañana gris en el Paseo Marítimo escucho el murmullo habitual de furgonetas de reparto, el chirrido de un freno de bicicleta y el lejano reclamo de gaviotas. Un pescador de Port de Pollença saca la pesca a tierra, niega con la cabeza: «Este año hay menos crías.» Lo dice en voz baja, sin dramatismo. Observaciones así se acumulan: visitantes de la playa notan menos peces al hacer snorkel y escuelas de buceo informan de praderas de posidonia afectadas en calas poco profundas.
Propuestas concretas (no generalidades, sino medidas aplicables a nivel local):
1) Ampliar y transparentar el monitoreo: Socib debe reforzar su red de medición en cooperación con el Consell y el Ajuntament. Se necesitan más boyas, vehículos de medición autónomos y análisis financiados a largo plazo para que las tendencias de calentamiento en profundidades sean rastreables en tiempo real.
2) Incrementar zonas protegidas de manera selectiva: Las praderas de posidonia son hábitats clave. Allí donde sea posible deben establecerse zonas de descanso y ajustarse las zonas de pesca para mejorar las posibilidades de regeneración tras veranos de calor.
3) Reducir las entradas de nutrientes: Agua más cálida combinada con más nutrientes favorece floraciones de algas nocivas. Normas más estrictas para depuradoras, agricultura y vertidos directos a las aguas costeras pueden ayudar a corto y medio plazo.
4) Adaptar la gestión pesquera: Las cuotas de captura y los periodos de veda deberían ser más flexibles e incorporar datos de temperatura: las poblaciones jóvenes se benefician de años tranquilos y de protección durante sus fases de crecimiento.
5) Sistemas de alerta temprana y planes de emergencia locales: Cuando las temperaturas marinas alcancen umbrales críticos, los operadores de playas, puertos y servicios de emergencia necesitan instrucciones claras: desde prohibiciones de baño hasta limpieza de playas y estudios focalizados de praderas de posidonia.
Lo que no funciona a corto plazo: campañas turísticas puntuales, solicitudes de subvención con retraso o proyectos a medias. Si el calor se queda a 500 metros, las sombrillas de la playa no ayudan a la vegetación submarina. Aquí hacen falta medidas persistentes y basadas en la ciencia.
Financiación y responsabilidades: las administraciones locales pueden recurrir a fondos de la UE y a programas españoles de clima, pero deben establecer prioridades. Un análisis transparente de costes y beneficios debería demostrar que invertir en ecología costera tiene sentido a largo plazo también económicamente —para la pesca, las empresas de deportes náuticos y los habitantes.
Qué podemos hacer ya: aceptar y conectar más observaciones ciudadanas. Buceadores, pescadores y patrones de embarcaciones suelen ser los primeros en detectar cambios. Un portal digital de notificación, vinculado a los datos oficiales, daría señales tempranas y reforzaría la confianza entre la comunidad científica y la población.
Conclusión contundente: el calor visible en la playa es solo la mitad de la verdad. Si el mar a 500 metros se calienta más que la superficie, la isla se sienta sobre la fuente de calor de un sistema que lentamente pero de forma sostenida está cambiando la biología costera. Quien aquí solo hable de sombrillas y temporada no comprende la profundidad del problema. Es hora de prioridades más claras, mejores datos y medidas prácticas —antes de que lo que perdamos sea irreparable.
Leído, investigado y reinterpretado para ti: Fuente
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