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Las extraordinarias Cuevas del Drach de Mallorca son una impresionante maravilla natural escondida cerca de Porto Cristo, una encantadora ciudad portuaria situada en la costa oriental de la isla mediterránea de Mallorca. Descendiendo a las profundidades de las entrañas rocosas de la costa balear, las Cuevas del Drach son un espectáculo sobrecogedor, con brillantes lagos subterráneos, cámaras altísimas y formaciones rocosas escarpadas e hipnotizantes, todo ello iluminado por una variedad de luces sutiles y deslumbrantes.

Las Cuevas del Drach se descubrieron por primera vez en 1896, cuando dos mallorquines, Antoni Amengual y Artur Crespí, se aventuraron en las profundidades de las colinas baleares mientras buscaban murciélagos, y en su lugar encontraron las Cuevas del Drach. Poco se supo de las cuevas hasta 1935, cuando un terrateniente cercano llamado Pedro Maimó entró en ellas por primera vez, lo que dio lugar a un periodo de exploraciones y a la apertura de las cuevas al público.

Al aventurarse en el interior de las Cuevas del Drach, los visitantes quedan hipnotizados al instante por su intrincada belleza. A una increíble profundidad de entre 60 y 90 metros, la entrada de las cuevas se abre a una enorme cámara llamada Sala de la Galera. Aquí, los visitantes serán testigos de algunas de las características más extraordinarias de las Cuevas del Drach. De hecho, la Sala de la Galera es una de las cámaras subterráneas más grandes del mundo, con unas impresionantes dimensiones de 25 metros de alto, 55 metros de largo y 20 metros de ancho. Un aire frío flota en el ambiente, creado por la combinación del aire marino y el respiradero térmico natural de la cueva.

A continuación, los visitantes recorrerán pasarelas suspendidas sobre el lago St. Martí, uno de los dos lagos que se encuentran bajo la cueva. Los barcos llevan a los pasajeros a lo largo del lago mientras se interpreta un concierto de música clásica, creando una experiencia cautivadora. Esta parte de la visita ofrece algunas de las mejores vistas de la cueva, complementadas por los brillantes reflejos de luz creados por las vidrieras que dan al cercano lago Llac Martel. Aquí, los visitantes se sorprenderán del tamaño del lago, de unos 375 metros de largo y 25 metros de ancho.

Por último, los visitantes de las Cuevas del Drach explorarán la Sala de la Colombina, una espectacular cámara abovedada repleta de impresionantes estalactitas y estalagmitas. Aquí se respira un ambiente único, en el que los visitantes pueden contemplar las esculturas de la naturaleza mientras disfrutan de la sutil y colorida iluminación que adorna la cámara.