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Imagínese esto: Sentado a la mesa, con una suave brisa marina jugueteando con su pelo, el sonido de las olas rompiendo contra la orilla llenando sus oídos y, ante usted, un plato de deliciosa cocina. Ahora, añada a esta imagen una impresionante vista del mar, un panorama que cambia de los suaves tonos pastel del amanecer a los ardientes naranjas y morados del atardecer. Parece un sueño, ¿verdad? Pues en Palma, este sueño es una realidad en varios restaurantes de primera categoría.