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Alrededor de 7.000 alumnos de autoescuela en Baleares esperan meses la prueba práctica

Alrededor de 7.000 alumnos de autoescuela en Baleares esperan meses la prueba práctica

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En Baleares, actualmente unos 7.000 alumnos de autoescuela están en la fila para su examen práctico de conducir. La escasez de examinadores y las largas listas de espera provocan molestias y costos más altos.

Esperar, practicar, esperar: Miles de alumnos de autoescuela en Baleares en retraso

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El titular es fácil de resumir: en Baleares esperan actualmente alrededor de 7.000 aspirantes una cita para la prueba práctica de conducción. Para muchos, significa seguir dando clases de conducción, posponer las vacaciones o tomarse tiempo libre en el trabajo. En la práctica, las esperas pueden llegar a hasta ocho semanas si se falla.

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Pocos examinadores, listas saturadas

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La situación no surge de la nada. La presidenta de la asociación, Juana Ribas, lo resume: Simplemente faltan examinadores de conducir. Actualmente solo hay 16 examinadores para todas las islas en servicio. Según la industria de autoescuelas, serían necesarios al menos seis colegas más para controlar las listas de espera de forma razonable.

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Ayer por la mañana estuve en una autoescuela cerca de la Avinguda Jaume III. El profesor encogió los hombros: \"Tenemos alumnos que llevan meses esperando una cita. Algunos solo vuelven a las clases por la noche, porque durante el día trabajan.\" Esas pequeñas y honestas imágenes de la vida diaria dicen más que cualquier estadística.

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¿Exámenes más duros que en otros lugares?

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Otro punto que vuelve a surgir aquí: supuestamente los exámenes en las islas son más estrictos que en la península. Es una acusación que provoca malestar, porque afecta dos veces: mayor tiempo de espera y mayor tasa de suspensos. Ribas exige, por tanto, criterios uniformes y más transparencia en la evaluación.

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Las consecuencias son prácticas: los alumnos siguen pagando por las clases, las autoescuelas planifican con menos margen, los empleadores deben ser más flexibles. Para las personas que dependen del coche, por ejemplo en comunidades rurales o para trabajos por turnos, dos meses sin licencia de conducir son una carga real.

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¿Qué podría ayudar?

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Algunas ideas están sobre la mesa: contratar examinadores adicionales, asignar citas de forma digital más flexible y estandarizar claramente los criterios de evaluación. También una coordinación más estrecha entre las autoescuelas y la autoridad de exámenes ahorraría tiempo. Es realista: sin refuerzo de personal, los cuellos de botella persisten.

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Al final no son solo números. Son personas que esperan nerviosas la llamada, padres que financian las clases y profesores de autoescuela, que a veces tienen más trabajo administrativo que enseñanza de conducción. Un poco de humanidad en la planificación — y, sobre todo, más examinadores — aliviarían la carga de forma visible.

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