En la zona portuaria de Palma se están realizando trabajos para alojamientos temporales — tras semanas de retrasos, se espera que en unas dos semanas estén listas tiendas para hasta 136 personas.
Trabajos en el puerto: ahora en el plan están tiendas y contenedores
Ayer por la mañana pasé por el muelle de Palma — ligera llovizna, cuervos que sobrevolaban las plazas de amarre. En el muelle 3 había actividad: obreros de una empresa llamada Tragsa han empezado a montar un alojamiento provisional para las personas que llegan. No son soluciones elegantes, más bien pragmáticas: tiendas, algunos contenedores, cuadros eléctricos y las inevitables cajas con muebles.
Oficialmente se dice que la instalación estará operativa en unas dos semanas. Eso depende, claro, de las entregas: aparatos de aire acondicionado, muebles, ordenadores para el trabajo administrativo — sin ello nada funciona. Quien ya haya lidiado con trámites sabe que dos semanas a veces suenan demasiado optimistas. Aun así, se aprecia que han tomado visiblemente ritmo.
Por qué tardó tanto
Los retrasos tuvieron varias causas. En primer lugar, el terreno se había utilizado durante mucho tiempo como depósito de vehículos y remolques — había que retirar coches antes de dejar espacio para las tiendas. Luego, en septiembre surgieron problemas con las tuberías al intentar instalar algo por primera vez: unas conducciones estaban en el camino. El problema se resolvió finalmente con los ingenieros de la autoridad portuaria y Tragsa, según dicen aquí.
Suena a los típicos enredos burocráticos, y sí: de vez en cuando se nota la frustración de la gente en el lugar. Un puerto no es un campo vacío: hay cables, contenedores viejos, y cada paso debe coordinarse.
Capacidad y plan de emergencia
Si todo va según lo previsto, las filas de tiendas ofrecerán espacio para al menos 136 personas. En el lugar se prestará atención médica inicial, asesoramiento social e información jurídica — de forma sencilla, pero disponible. Las autoridades responsables subrayan además que existen alternativas por si en los próximos días llegan muchas embarcaciones. Esos planes de reserva parecen importantes: nadie quiere quedarse de repente sin opciones.
No hablé largo con ningún cargo oficial, pero los trabajadores en el muelle parecían concentrados. Una joven con un chaleco de color neón empujaba una caja con enchufes y dijo secamente: «Si el tiempo acompaña, terminaremos antes». Frase breve, trabajo honesto.
El ambiente en la ciudad es mixto — preocupación, algo de enfado por el tiempo de preparación, pero también alivio porque al menos ahora se está reaccionando. Si la solución tiene sentido a largo plazo es una cuestión política. A corto plazo, eso sí, Palma parece ofrecer una respuesta pragmática a una situación real.
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