El yate a vela Black Pearl, de 107 metros, reposaba silencioso frente a Puerto Portals por la mañana. Una maravilla técnica — pero, ¿qué tan sostenible y transparente es realmente un coloso así para Mallorca?
Enorme, silenciosa y dejando preguntas en la estela: la Black Pearl en Puerto Portals
Por la mañana, cuando el viento soplaba del sur y una ligera bruma cubría la bahía, apareció — la Black Pearl. Quien paseaba por el muelle de madera hacia las 9:30 escuchó más el clic de los obturadores y el susurro de las olas contra los defensas que el ruido de motores. El barco parece un parque flotante, poco parecido a una máquina propulsora. Pregunta clave: ¿Qué tan sostenible y qué tan transparente es una superyate así — no solo para sus propietarios, sino para una isla como Mallorca?
Tecnología que impresiona — y que plantea preguntas
Las cifras son espectaculares: casi 107 metros, tres mástiles de fibra de carbono de unos 70 metros cada uno, un sistema DynaRig que iza las velas con solo pulsar un botón — supuestamente en unos siete minutos. Cinco velas por mástil suman alrededor de 2.900 metros cuadrados de superficie vélica. Para los aficionados a la náutica es un deleite visual. Para los observadores locales queda la curiosidad: ¿cuánto de eso es funcionalidad práctica y cuánto es espectáculo?
La Black Pearl se publicita con una combinación de vela, energía solar y un sistema de hélice-turbina. Parece sostenible. Y, sin embargo, el debate suele quedar en anécdotas frente a cifras. Se habla de travesías con supuestamente apenas unos 20 litros de diesel. Suena bien — muy poco. Pero faltan datos independientes de consumo y emisiones que verifiquen esas afirmaciones al alcance del público. Ahí está el problema. La transparencia termina con demasiada frecuencia en los objetos de lujo justo donde sería más útil para la comunidad.
Más que tecnología: la propiedad y sus efectos locales
En el lugar también se escucharon voces sobre la titularidad. Hasta hace poco el barco se vinculaba con el empresario ruso Oleg Burlakov; él ha fallecido y las relaciones de propiedad parecen ser parte de negociaciones en curso. Estos casos no son un mero detalle jurídico: la propiedad determina quién decide los tiempos de atraque, las visitas a bordo, el mantenimiento y los posibles empleos. Y decide cuánto ingreso fiscal y de puerto llega a la isla.
Puerto Portals está acostumbrado a ver embarcaciones grandes. Aun así, un coloso como la Black Pearl provoca nuevas conversaciones en las cafeterías y en los muelles: los fotógrafos comentan sobre tamaños de objetivos, el personal de la marina habla de logística adicional y los locales notan el cambio en la imagen de la bahía. Las conversaciones son prácticas — y a veces preocupadas: ¿quién revisa las declaraciones sobre consumo y emisiones? ¿Quién garantiza que la tecnología no sea solo un símbolo y aporte realmente ahorros ambientales?
Lo que Mallorca podría ganar — y lo que falta
Estos yates traen oportunidades. Puede haber transferencia tecnológica: desarrollos a bordo, como sistemas de vela más eficientes o almacenamiento en baterías, podrían a la larga implantarse en astilleros y actividades marítimas de la isla. Técnicos de alta mar que visitan no solucionan la falta de personal cualificado, pero las colaboraciones con talleres, iniciativas formativas y estándares de carga transparentes para los puertos podrían aportar beneficios reales.
Al mismo tiempo hacen falta reglas: informes de emisiones verificables, tasas portuarias obligatorias que refuercen la infraestructura local y normas claras sobre el uso del espacio público para eventos a bordo. Una idea sencilla: protocolos periódicos de revisión de consumo y gestión de residuos que publique la autoridad portuaria. No por desconfianza hacia los ricos, sino porque la protección de la costa nos concierne a todos.
Una mirada a la bahía — y una perspectiva realista
Quien por la tarde tomaba un espresso en la terraza del puerto escuchó la misma pregunta que se repetía entre los fotógrafos: impresionante — sí. Ejemplar — tal vez. Garantizado y verificable — aún no. La Black Pearl sigue siendo tema de conversación, no solo por su apariencia, sino por la lección que Mallorca puede extraer: cuando llegan la técnica y el lujo, la transparencia y el beneficio para la isla no deberían quedarse a bordo.
Al final también es una imagen para la isla: el viento que podría llenar las velas, el leve zumbido de los generadores, los pasos sobre el muelle. Una hermosa obra técnica — siempre que no se pierda tras preguntas que deberíamos formular aquí, en la orilla.
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