Muchas boutiques en la isla piden considerablemente menos mercancía para el próximo año. Motivos: ventas más débiles, turistas más cautelosos y el aumento del coste de la vida para los locales.
Menos cajas, menos maniquíes: la moda en Mallorca se retrae
En el casco antiguo de Palma, entre la Avenida Jaime III y la Plaça Major, llevo semanas oyendo la misma frase: "Pedimos menos." No es solo un puñado de tiendas: muchas boutiques en la costa y en el interior de la isla planean ajustar mucho sus cifras. Según los comerciantes, los pedidos para 2026 bajarán de media alrededor de una cuarta parte, en casos aislados incluso hasta un 40 %.
¿Por qué sucede?
Los motivos son sencillos, aunque desagradables: los turistas gastan con más cautela, y muchos mallorquines disponen de menos recursos para ropa nueva debido a los altos alquileres y a facturas crecientes. Comerciantes que encontré en Santa Catalina y en el Paseo Marítimo cuentan tardes tranquilas y tiempos de permanencia más cortos de las clientas: a menudo solo miran en lugar de comprar.
La consecuencia: menos mercancía en la superficie de venta, menos variantes en tallas y colores, y menos tendencias atrevidas. Algunas tiendas cierran espacios comerciales; otras pasan a colecciones cápsula dirigidas: pocas prendas que se combinen bien entre sí.
¿Ayuda el Black Friday?
El 28 de noviembre —Black Friday— debería dar un empujón. Pero según conversaciones con los responsables de las tiendas, su efecto parece más bien un pequeño alivio. Los descuentos atraen a compradoras impulsivas, pero al mismo tiempo reducen los márgenes. Muchos perciben que al final se venden más unidades pero se gana menos por prenda. Además existe el riesgo de quedarse con restos de temporada.
¿Qué significa esto para las compradoras y la isla?
Para las compradoras significa: más opciones en línea pero menos sorpresas locales. Para los centros urbanos podría traducirse en un impacto grave: menos dinamismo en los escaparates significa menos atracción, y la cafetería de la esquina suele notarlo antes de lo previsto. Por otro lado surgen oportunidades: algunas marcas independientes apuestan ahora más por la calidad que por la cantidad, por servicios de reparación y por talleres de arreglo que ya se ofrecen aquí y allá.
Ayer estuve a las 17:00 en una pequeña tienda en Portixol. La dependienta, de unos cuarenta y tantos años, subió la persiana, sonrió brevemente y dijo: "Nos adaptamos, si no pronto nos quedaremos sentados sobre una montaña de ropa." Palabras duras, pero sinceras. Si la estrategia será suficiente lo mostrará el próximo año.
Quienes compren en la isla deberían, por tanto, esperar pero también elegir con conciencia: menos compras impulsivas, más asesoramiento local.
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