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Costitx: Flores, Piedras y una mirada al cielo estrellado

Costitx: Flores, Piedras y una mirada al cielo estrellado

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Pueblecito, gran personalidad: Costitx conecta calles floridas, excavaciones antiguas y un observatorio, una propuesta para quienes aman la naturaleza y la ciencia.

Un pueblo que se visita con los ojos bien abiertos

Desde Palma en dirección Es Pla se nota pronto: aquí la hora late de otra forma. Costitx no está escondido, pero tampoco ruidoso. La calle principal, la Carrer Major, te lleva en cinco minutos desde el parque del pueblo a la pequeña Plaza, donde los hombres mayores toman café por la mañana y los niños siguen jugando con castañas. A veces la vida es así: sobria y entrañable.

El 1 de mayo se pone de colores – y eso es intencional

La fiesta que muchos llevan en el calendario es Costitx en Flor. Entonces los habitantes transforman fachadas de casas en un espectáculo de colores, cuelgan cestas y colocan plantas en los alféizares. No es un show artificial, sino una competencia amistosa por el rincón más creativo. Visitantes vienen de la zona, algunos ciclistas pasan, fotógrafos buscan los mejores ángulos – y por la tarde suele tocar una pequeña banda en la Plaza.

Entre piedras: Son Corró

A solo un corto paseo por el camino rural se encuentra Son Corró, un yacimiento arqueológico que parece más antiguo de lo que uno imagina. Hace décadas, los investigadores hallaron aquí formas metálicas de cabeza, restos de una cultura anterior que aún plantea preguntas. Las originales se guardan en un museo lejano, pero en el lugar se siente la conexión con la historia de la isla: casi se pisa el suelo con respeto.

Cuando la noche cobra vida: el Observatorio

En el borde del pueblo, donde las farolas se hacen menos, se halla el Observatorio. Fue construido a finales del siglo XX y desde entonces ha cartografiado el cielo nocturno. Los instrumentos allí trabajan en silencio la mayor parte del tiempo; por la noche se escucha solo el zumbido de la tecnología y, de vez en cuando, una conversación técnica entre astrónomos. Para los habitantes, el Observatorio no es un extraño, sino un vecino con aficiones especiales.

Costitx une este triángulo de vida cotidiana, arqueología y astronomía de una manera que resulta sorprendentemente armoniosa. Por las mañanas se puede pasear entre las calles florecientes, de día asombrarse con las piedras y, con algo de suerte, por la noche observar un cielo estrellado limpio. No es un lugar que haga alarde de grandes estruendos, pero sí uno que permanece en la memoria.

Práctico: una pequeña caminata no tarda más de una hora, pero planifique tranquilamente un almuerzo en una de las tabernas pequeñas: las raciones suelen ser caseras y sorprendentemente abundantes. Y si viene en mayo: traiga buenos zapatos, una cámara y paciencia para el ritmo lento de un verdadero pueblo insular.

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