La gastronomía de Mallorca vive un verano difícil: menos visitantes, costes en aumento y un cambio en los hábitos de consumo que afectan al sector.
La crisis de los restaurantes mallorquines
Mallorca es conocida por su diversidad de restaurantes – desde tradicionales bares de tapas hasta locales elegantes con vistas al mar. Pero este verano muestra otra cara de la gastronomía de la isla. Mientras los turistas llenan las playas, muchas mesas en los restaurantes permanecen vacías.
Un inicio de temporada difícil
Mayo y junio fueron un desastre para la gastronomía en Mallorca. En julio hubo los primeros indicios de mejora, pero las cifras siguen muy por debajo de las expectativas. Juanmi Ferrer, presidente de la asociación regional de hostelería, informa de un balance desalentador: "Vemos más visitantes que al inicio de la temporada, pero los ingresos son claramente menores que el año pasado." Estas palabras reflejan la incertidumbre de muchos hosteleros.
Turistas ahorradores marcan la pauta
Las causas de la crisis son variadas. Los precios más altos de los vuelos y hoteles han obligado a los turistas a recortar gastos. En lugar de una comida abundante con entrantes, plato principal y vino, muchos optan por lo mínimo o recurren a alternativas más baratas como bocadillos del supermercado. Regiones como Port de Sóller y Sant Elm están especialmente afectadas, con caídas de hasta un 40 % en el número de visitantes.
Incluso Palma no se salva. En el popular Paseo Marítimo, los hosteleros han sufrido una disminución de los ingresos de alrededor del 20 %, pese a la finalización de las obras que el año pasado añadieron obstáculos adicionales.
Los costes crecientes agravan la situación
Las dificultades económicas se ven agravadas por el aumento de los alquileres, el encarecimiento de los alimentos y los nuevos convenios colectivos. Juanmi Ferrer advierte: "Para muchos negocios las cuentas ya no salen." Solo en 2024 cerraron más de 370 restaurantes; este año esa cifra podría incluso aumentar.
Un signo inquietante de la crisis es que algunos restaurantes están concediendo vacaciones a su personal en plena temporada alta —algo totalmente inusual en Mallorca. A mediodía muchos locales permanecen cerrados y por la noche la ocupación queda muy por debajo de años anteriores.
Un cambio estructural inevitable
La hostelería se encamina hacia una transformación: los locales de bajo precio podrían salir beneficiados, mientras que los restaurantes más caros afrontan un otoño difícil. La diversidad que una vez fue motivo de orgullo en Mallorca está en juego.
Queda por ver si el sector será capaz de reinventarse o si se avecina un recorte masivo en la gastronomía. Lo único seguro es que el verano dorado de la gastronomía mallorquina parece, por ahora, terminado.
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