Hoteles llenos y calles vacías en Mallorca durante el verano, mostrando el contraste entre turismo y gasto.

Balance del verano en Mallorca: hoteles llenos, restaurantes vacíos – ¿qué hay detrás?

👁 4820✍️ Autor: Lucía Ferrer🎨 Caricatura: Esteban Nic

A pesar de la buena ocupación hotelera, muchos cafés, bares y pequeños comercios en los destinos vacacionales permanecen visiblemente vacíos. Motivos: todo incluido, cambios en el comportamiento de reserva y nuevos mercados de visitantes.

Un verano con dos caras

Palma, Cala Major, Playa de Palma: en todas partes se oyen las mismas frases: “Las camas están ocupadas, pero la calle parece más tranquila.” La semana pasada estuve por la mañana en el casco antiguo, en la Carrer de Sant Miquel. Cafés con mesas libres, camareros que estaban relajados al sol esperando clientes. Eso no encaja con la imagen de hoteles completos.

¿Quién viene y cómo gasta su dinero?

Los hoteleros informan de ocupaciones sólidas y muchos vuelos aterrizan con regularidad. Aun así, los restauradores y los pequeños comerciantes cuentan con pérdidas perceptibles: en julio los ingresos de muchos negocios estuvieron ligeramente por debajo del año anterior, y en agosto la situación, según representantes del sector, se agravó. Concretamente, los empresarios locales hablan de descensos entre el diez y el veinte por ciento en determinados lugares.

Una razón es el cambio en el comportamiento de reserva. Las estancias largas en régimen de todo incluido mantienen a los huéspedes dentro del complejo hotelero. Desayunan allí, toman una copa por la noche en el bar del hotel y rara vez bajan al centro. Eso significa: menos paseos, menos compras impulsivas, menos cenas en restaurantes familiares.

Nuevos mercados, viejos problemas

Curiosamente, muchos negocios observan un leve desplazamiento en los países de origen: más huéspedes de países como India, Italia o la República Checa cubren huecos que dejan visitantes alemanes, británicos y españoles. Eso no compensa siempre las pérdidas, porque los hábitos de gasto son distintos.

“Vemos a mucha gente que camina mucho, pero consume menos”, cuenta un propietario de tienda de Port de Sóller, que prefiere no dar su nombre. Habla de huéspedes que pasean mucho —por eso el término irónico “turistas diésel”—, pero dejan poco dinero en el centro.

¿Qué pueden hacer ahora los hosteleros?

Algunos restaurantes reaccionan: menús más pequeños y económicos, horarios flexibles, mayor presencia online y pequeños eventos por la noche. Los supermercados adaptan surtido y horarios: se benefician de los veraneantes que pasan parte de su estancia “en el hotel” pero se abastecen por su cuenta.

No obstante, persiste la preocupación: muchos pequeños negocios han agotado sus reservas. Si septiembre no comienza como se espera, algunos locales podrían no sobrevivir al invierno.

Perspectivas

Septiembre se ha convertido ahora en un momento decisivo. Promoción urbana, asociaciones y hoteleros debaten medidas para atraer de nuevo a los visitantes a los centros: festivales municipales, semanas culinarias y colaboraciones entre hoteles y restaurantes locales están sobre la mesa. Suena a mucho trabajo —y a un poco de suerte.

Personalmente creo que la isla necesita volver a crear más conexiones entre lo que ocurre dentro de los hoteles y lo que vive en el paseo, en el mercado o en el paseo marítimo. Si no, al final del verano quedará vacío mucho más que una mesa.

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