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Drones llevan drogas y teléfonos móviles a la prisión de Palma

Drones llevan drogas y teléfonos móviles a la prisión de Palma

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En Palma se observan cada vez más drones sobre la prisión. Drogas y teléfonos móviles caen cerca de las celdas; la plantilla está alarmada, aún no hay soluciones.

Drones sobre la vigilancia: una nueva rutina para la prisión de Palma

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En los últimos meses ha llegado algo desagradable al ambiente nocturno de Palma: suaves ruidos de rotores que atraviesan la prisión. El personal local informa que cada vez con más frecuencia diminutos drones arrojan paquetes de drogas y teléfonos móviles hacia las ventanas de ciertas celdas. Lo que al principio parecía una acción aislada, según los informantes, se ha convertido en un problema recurrente.

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La Fiscalía de las Baleares menciona el fenómeno en su balance más reciente — y a nadie sorprende: desde 2023, los oficiales observan vuelos sistemáticos, varias noches seguidas. Una vez un transporte se estrelló, el paquete estaba visiblemente dañado. Afortunadamente no hubo un caos mayor, pero el mensaje es claro: no es casualidad, sino planificado.

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Guardias me cuentan que los dispositivos se dirigen intencionadamente a ventanas específicas. Se ven las luces, apenas se escucha algo y de pronto están ahí, dice un empleado que prefiere permanecer en el anonimato. Este tipo de entregas cambia la vida tras los muros: sustancias ilícitas, teléfonos extra — esto implica más control, más estrés, y para algunos internos una prolongación de la comunicación ilegal hacia el exterior.

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Hasta ahora las autoridades se apoyan principalmente en controles estrictos durante las visitas: perros de rastreo, registros minuciosos y, en algunos casos, prohibiciones de visita. Eso ayuda en la entrada, pero contra drones pequeños controlados a distancia es como un parche para una fuga en el tejado. Hay propuestas técnicas — desde detección por radar, redes hasta emisores de interferencia — pero muchas son caras, legalmente complicadas o no permitidas en entornos urbanos.

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En el lugar se discuten también ideas poco convencionales: más iluminación alrededor del recinto, equipos móviles en las horas nocturnas, y los vecinos deben reportar ruidos sospechosos. En la práctica, la opinión está dividida: algunas colegas están a favor de inversiones inmediatas, otras advierten sobre efectos secundarios y altos costos.

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Lo que queda es incertidumbre. La autoridad habla de un desafío creciente, que muestra cuán rápido la nueva tecnología puede desbordar los conceptos de seguridad antiguos. Para las familias externas y el personal interno, esto significa mayor vigilancia y un camino arduo hacia medidas eficaces.

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Al caminar por la periferia de Palma por la noche, a veces se escucha ese zumbido lejano. Es un pequeño sonido — pero uno que anuncia grandes problemas si nadie hace nada al respecto.

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