Un equipo de producción alemán transformó brevemente la zona de llegadas de Son Sant Joan en un plató la tarde del martes. Durante unos minutos los viajeros se sorprendieron, pero la acción plantea preguntas: ¿quién decide esos horarios de rodaje y cómo encajan con el flujo de tráfico del aeropuerto?
Corto, ruidoso, luminoso: plató entre las cintas de equipaje
La tarde del martes, cuando el sol mediterráneo aún calentaba la plataforma y por los altavoces se escuchaban los anuncios rutinarios de vuelos entrantes, el pasillo entre el aparcamiento y la estación de autobuses del aeropuerto de Palma fue cortado de repente. Cámaras, focos y figurantes con uniformes: un equipo de producción alemán se instaló y rodó escenas de llegada. Para algunos viajeros fue un simpático recuerdo, para otros una molestia.
La pregunta central
¿Quién decide cuándo se puede bloquear un espacio público de tránsito para un rodaje—y a cargo de quién? Esa es la cuestión principal que surge tras el breve rodaje en Son Sant Joan. Media hora puede parecer poco, pero en una zona muy concurrida ese intervalo basta para retrasar autobuses, hacer esperar a taxistas y obligar a viajeros mayores a recorrer colas estrechas.
Lo que realmente notaron los viajeros
Entre maletas rodantes y el zumbido constante del aire acondicionado se publicó un pequeño espectáculo: órdenes del director, técnicos de iluminación, vallas de seguridad y las caras de sorpresa de los que esperaban. Algunos sacaron el móvil para un selfie, otros refunfuñaron. Un señor mayor de Hannover, al que la desviación obligó a dar un pequeño paseo, negó con la cabeza: "Pensé que había aterrizado en Frankfurt".
Escenas como estas no son nuevas en Mallorca. La isla es un lugar de rodaje apreciado. Sin embargo, rara vez se debate públicamente cómo encajan estos rodajes con el ritmo ajustado del aeropuerto y qué reglas existen cuando una terminal, aunque sea por poco tiempo, se usa para filmaciones.
Aspectos que quedan relegados
Primero: accesibilidad y seguridad. Para las personas con movilidad reducida, los desvíos cortos son a menudo grandes obstáculos. La escena cinematográfica puede resultar pintoresca, pero un rodeo para una persona en silla de ruedas no es una anécdota graciosa.
Segundo: transparencia e información. Muchos viajeros solo supieron in situ que se estaba rodando. Un cartel visible o un breve anuncio habría reducido el malestar. Tercero: control de las autoridades. ¿Quién autoriza estos cortes de última hora? ¿Existen franjas horarias claras para rodajes—fuera de las horas punta?
Beneficio económico frente a la operatividad diaria
Por supuesto, un día de rodaje genera dinero y publicidad. Las productoras reservan hoteles, consumen en restaurantes locales y a menudo contratan figurantes de la isla. Mallorca se beneficia de estas producciones—esto no debe ocultarse. Pero ese beneficio debe ir acompañado de una planificación responsable. Una isla que quiere atraer visitantes también en invierno no puede desestabilizar su tráfico por escenas aisladas.
Propuestas concretas para que estos rodajes sean justos
Primero: franjas horarias claras. Los rodajes deberían, cuando sea posible, realizarse fuera de las horas de mayor afluencia. Segundo: obligación de informar. Señalización visible, anuncios breves y un punto de contacto para los viajeros evitarían conflictos. Tercero: rutas alternativas accesibles que sean realmente aptas para sillas de ruedas, no solo de palabra.
Cuarto: una estructura de tarifas que cubra los costes de infraestructura y compense, aunque sea parcialmente, las molestias generadas. Quien utilice un espacio público debería asumir parte del coste por las alteraciones provocadas. Quinto: un enlace local de cine en Palma que coordine los rodajes, centralice permisos y actúe como interlocutor para los pasajeros.
Lo que queda
Cuando el equipo desmontó el set y los focos volvieron a sus cajas, la operativa del aeropuerto continuó. Los autobuses recuperaron el tiempo, los taxis pitaban en el tráfico nocturno y el aroma del café con leche volvió a la sala de llegadas. Para algunos quedó una foto, para otros un breve retraso. Y para Mallorca, la oportunidad de aprender de episodios así: sí a la promoción cinematográfica, pero con mesura, normas claras y respeto por las personas que transitan a diario por allí.
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