Cómo ven los españoles a Alemania: competentes, organizados — pero no necesariamente simpáticos

Cómo ven los españoles a Alemania: competentes, organizados — pero no necesariamente simpáticos

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Una nueva encuesta muestra: los españoles admiran la eficiencia de Alemania, pero a menudo les parecen reservadas las personas de allí. ¿Qué hay detrás?

Competentes, ordenados — y un poco fríos: la imagen de Alemania en España

El pasado viernes, con el tiempo brumoso en Passeig Mallorca, escuché a dos vecinos hablando: "¿Los alemanes? Geniales en tecnología, pero de alguna manera poco cálidos." Esta pequeña conversación callejera se ajusta a la nueva encuesta, que muestra: muchos españoles valoran a Alemania en cuestiones de economía y organización, pero perciben a las personas allí menos simpáticas.

En qué áreas Alemania obtiene puntos

En resumen: en ámbitos como la economía, la ciencia y la administración, Alemania está a la cabeza. Términos como eficiente, serio o trabajador aparecen una y otra vez. Los coches y la tecnología reciben elogios — parece asentarse, incluso en las estrechas calles de las islas, cuando un coche alemán se estaciona con una técnica de aparcamiento precisa.

Y dónde aprieta el zapato

A pesar del reconocimiento, a menudo falta cercanía emocional. Los encuestados describen a los alemanes como más bien estrictos, a veces egocéntricos o poco amables. También el idioma, el clima y la cocina alemana reciben notas menos altas. Interesante: en cuanto a cultura y calidad de vida, España se evalúa a sí misma mejor que Alemania — dice mucho sobre valores y vida diaria.

La encuesta se llevó a cabo a nivel nacional y se dirigió a personas entre 16 y 65 años; aproximadamente 1.000 personas participaron. Tales cifras ofrecen una imagen de ánimo, no un juicio definitivo. Aun así, proporcionan motivo para reflexionar sobre estereotipos.

Por qué es importante — y qué podemos hacer con ello

Para nosotros, que vivimos aquí o a menudo vemos a huéspedes alemanes, no son hechos abstractos. Se trata de encuentros en la playa, en el supermercado o en el autobús. Un poco más de serenidad, una sonrisa en la caja de la tienda — y ya se desmorona el frío, lo que a veces llamamos generalizaciones.

Al final queda: admiración por la técnica y la organización, por un lado, y reserva por el otro. No es de extrañar que las conversaciones en la plaza se vuelvan animadas. Yo, al menos, prestaré más atención en la próxima charla en la cafetería — y tal vez diga yo mismo más a menudo el primer "hola".

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