Migrantes a bordo de un barco acercándose a las costas de Mallorca.

Advertencia de Frontex: Por qué las Baleares son más que un destino de vacaciones

👁 3784✍️ Autor: Adriàn Montalbán🎨 Caricatura: Esteban Nic

La agencia de control fronterizo ve cada vez más a Baleares como una ruta de tránsito. En Mallorca, los desembarcos crecientes y las instalaciones sobrecargadas generan inquietud, entre cuestiones de seguridad y presión humanitaria.

Más tránsito que objetivo: Las Baleares en el mapa de migración

Cuando se camina a las 6 de la mañana por Passeig Marítim, ya no se ve solo a corredores y furgonetas. En algunos días, pequeños grupos se quedan en el puerto, cansados, con bolsas de plástico y las habituales botellas de un solo uso: personas que quieren seguir. La agencia de control de fronteras de la UE, Frontex, lo ha puesto en su radar y advierte: las islas están cada vez más en rutas de tránsito.

Qué teme Frontex

En su análisis más reciente, la autoridad no solo menciona números crecientes, sino también el posible riesgo de que personas con intención dañina sean trasladadas discretamente. Suena dramático, y en parte lo es. Grupos de contrabando están cambiando su táctica: salidas nocturnas, otros puntos de llegada, mejor navegación, barcos más pequeños. Eso hace la tarea más agitada para la guardia costera y la policía.

En el terreno se nota la diferencia: Más llegadas conducen a albergues saturados y a cuellos de botella en los servicios sociales. Los puntos de encuentro prominentes son actualmente la terminal de ferries de Palma y algunos hoteles cercanos al puerto, que se usan temporalmente para el alojamiento.

Las cifras y la realidad

Oficialmente se habla de varios miles de llegadas registradas este año. Muchos se quedan solo un poco: quien quiere seguir viajando, toma el ferry hacia la península a más tardar después de tres días. En cuanto a menores no acompañados: alrededor de seis a siete cientos de jóvenes han sido puestos bajo custodia. Eso carga los cupos de los albergues y el trabajo social en la isla de forma notable.

El consejo insular enfatiza que toda persona es revisada y cotejada en bases de datos. Un funcionario local lo resumió recientemente: 'Trabajamos las 24 horas del día, pero nuestra capacidad es limitada.'

Entre seguridad y humanidad

La discusión está cargada políticamente. Conservadores exigen controles más estrictos; otros advierten sobre un trato justo y mejores soluciones europeas. En el terreno se encuentra ambos: residentes enfadados, pero también voluntarios que dan agua, ropa y orientación.

Para Mallorca, eso significa un acto de equilibrio. La seguridad y la prevención son importantes, pero la realidad en una isla con recursos limitados no se puede resolver solo con llamados desde arriba. A largo plazo se necesita más coordinación entre las guardias costeras, rutas de asilo más claras y más apoyo para las estructuras sociales.

Al final, son personas que llegan de noche a través del mar, y una isla que intenta responder de manera pragmática y humana, entre el calor, la temporada turística y el tráfico diario de barcos. Eso hace la situación complicada, ruidosa y a veces también triste. Y se nota cuando, a primera hora de la mañana, se toma un café en el paseo del puerto y sale el ferry con destino a Barcelona.

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