El astro del schlager de 86 años dice que tiene “muchas ganas de Malle” y que sus actuaciones en el Bierkönig podrían mantenerse hasta su 100.º cumpleaños, con la mirada puesta además en el 50.º aniversario del club.
No hay despedida a la vista: Heino quiere seguir en el escenario del Bierkönig
En una noche avanzada de mayo, con el aire todavía cálido en la Schinkenstraße, Heino volvió a poner el Bierkönig patas arriba. Tras seis shows esta temporada, el cantante de 86 años parece sorprendentemente enérgico. Él mismo lo dijo, breve y seco: "¡Tengo muchas ganas de Malle!" Su mánager, Helmut Werner, añadió —con la típica complicidad— que la colaboración está pactada de forma que Heino podría actuar "hasta su 100.º cumpleaños". Sí, leyó bien: hasta 2038 el artista podría seguir subiendo al escenario con pantalones cortos (o con traje, según su humor).
Por qué para algunos sorprende y para otros tiene sentido
Quienes estuvieron allí recuerdan la imagen peculiar pero entrañable: aficionados con vasos de plástico, algunas melodías de schlager y, de vez en cuando, un murmullo cuando entona "Ein Gläschen am Morgen". En algunos temas le acompaña la showgirl erótica Michaela Schäfer —encajó con el espectáculo del Ballermann como la sal con la sangría.
Las razones del prolongado compromiso son fáciles de explicar: por un lado, Heino atrae público —oyentes más jóvenes que quieren probar el fenómeno cultural y la generación mayor que lo conoce de siempre. Por otro lado, hay cifras que hablan: los medios informan de una caché de alrededor de 25.000 euros por actuación, incluyendo vuelo, hotel y catering. En consecuencia, el Bierkönig ha introducido por primera vez un consumo mínimo: 25 euros, para que las cuentas salgan. Algunos protestan, otros pagan y siguen la fiesta.
Werner subraya la seriedad: La planificación parece orientada a dos aniversarios: el 100.º cumpleaños de Heino en abril de 2038 y el 50.º aniversario del Bierkönig. Si coinciden ambas fechas, la idea es que sea a lo grande. ¿Seguirá siendo el público el mismo hasta entonces? No hay manera de saberlo. Yo, en cualquier caso, ya me imagino las calles: farolas decoradas, puestos de souvenirs y un señor mayor que con su voz profunda entona "Blau blüht der Enzian".
El propio Heino reacciona con calma, casi como un vecino que te cuenta sus planes en la escalera: "Quiero divertirme, no es por el dinero". Una frase que, al menos, suena honesta. Y siendo sinceros: quien llega a Palma —al Son Sant Joan, quizá al mediodía, con el sol todavía suave— y se zambulle en el bullicio de la Schinkenstraße nota rápido que el Ballermann vive de historias, y Heino está escribiendo otro capítulo.
Si musicalmente gusta a todo el mundo es otra cuestión. Pero al menos: la isla tiene un punto de conversación más, y tenemos una historia sobre la que hablaremos en la cafetería del Passeig durante semanas. Por mi parte, espero las anécdotas —y una que otra copa— cuando vuelva a escucharse: escenario para Heino.
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