Camino señalizado de la GR 226 en el este de Mallorca entre muros secos, campos y vistas al mar

Mallorca Este GR 226: nueva ruta de gran recorrido — ¿oportunidad o carga?

👁 4570✍️ Autor: Ana Sánchez🎨 Caricatura: Esteban Nic

En diciembre está prevista la inauguración de la nueva ruta de gran recorrido East Mallorca GR 226. Tras seis años de retrasos queda mucho trabajo práctico: señalización, reparación y normas inteligentes. ¿Puede el itinerario reunir la naturaleza, los pueblos y los habitantes?

Mallorca Este GR 226: nueva ruta de gran recorrido — ¿oportunidad o carga?

Ya se percibe por la mañana cuando paseas por la Plaça de l'Església en Artà: un barco de pesca que zarpa, un perro que ladra y los primeros voluntarios reparando un muro seco. Tras seis años de retraso, la nueva ruta de gran recorrido East Mallorca GR 226 debería abrir oficialmente en diciembre. No habrá una gran fiesta, más bien una finalización pragmática: bancos aquí, señales allá. La isla respira aliviada, pero queda la pregunta: ¿está todo realmente bien pensado?

¿De qué se trata exactamente?

El trazado recorre unos 100 kilómetros por el extremo oriental de la isla y conecta Artà, Capdepera, Manacor y Son Servera. Pasa por Cala Rajada, sa Coma y Cala Millor, pero también por caminos de campo tranquilos, almendros y antiguos muros secos que de otro modo pasarían desapercibidos. La ruta se divide en cuatro etapas aptas para jornadas de día. El proyecto fue financiado con casi un millón de euros por el consejo insular.

Las ventajas evidentes

Para muchos residentes la nueva ruta supone más posibilidades de excursiones sin coche. Para la restauración y los pequeños alojamientos a lo largo de las etapas pueden llegar más visitantes. Los clubes de senderismo celebran la iniciativa, lo mismo que algunos ciclistas, ya que oficialmente el trazado también está abierto a bicicletas. Bancos con vistas al mar, refugios, accesos reparados en canalones: todo eso hace más agradable caminar, sobre todo cuando sopla el levante o en otoño el aire está más limpio.

La cuestión principal que hasta ahora ha quedado relegada

Permanece la pregunta importante: ¿aguanta la isla la presión adicional sin que la naturaleza sensible y la vida cotidiana de los vecinos se resientan? La inauguración no es el final, es solo un nuevo comienzo. En el debate público suelen dominar las imágenes bonitas de calas y panorámicas. Se presta menos atención a las consecuencias prácticas y ecológicas: basura, erosión en los senderos muy frecuentados, conflictos entre excursionistas, ciclistas y a veces propietarios de caballos, así como la duda de quién mantendrá los caminos a largo plazo.

Qué conviene tener en cuenta ahora

Primero: mantenimiento. Un millón de euros construye caminos y señales, pero ¿quién paga el mantenimiento anual? Una idea sería un pequeño fondo de mantenimiento con destino específico, alimentado por ayudas regionales, donaciones voluntarias y una aportación simbólica de las pernoctaciones en los municipios directamente afectados.

Segundo: gestión de visitantes. No todos los tramos soportan el mismo flujo de peatones. Propuesta: horarios escalonados para tramos sensibles, cierres temporales tras lluvias y una señalización clara que explique la diferencia entre senderos y vías para bicicletas. Por ejemplo: tramos anchos para dos ruedas, senderos estrechos solo para peatones.

Tercero: implicación de la población local. La reparación de muros y la colocación de las últimas señales lo demuestran: el voluntariado funciona. Pero a largo plazo hacen falta coordinadores remunerados que comuniquen con agricultores, ayuntamientos y grupos de conservación. Una red de padrinos locales para cada etapa sería útil: conocen los caminos, las fuentes y los atajos, y perciben los problemas locales con rapidez.

Lo que a menudo se pasa por alto

Condiciones de emergencia y accesibilidad: si los senderistas tienen que dar la vuelta a media etapa o necesitan ayuda médica, muchos tramos son de difícil acceso. Aquí deberían ubicarse puntos de rescate obligatorios e información sobre conexiones de autobús y aparcamientos. Cerca de Cala Rajada y Manacor la infraestructura es mejor; en los olivares más tranquilos no. Eso debe comunicarse con transparencia.

Además: gestión de residuos. Unas pocas paneles informativos no bastan. Contenedores en puntos adecuados, recogidas periódicas y campañas de concienciación tipo "no dejes rastro" forman parte del equipo básico. Si no, una ruta bonita puede convertirse pronto en un problema para vecinos y naturaleza.

Propuestas concretas — pragmáticas y locales

- Un pequeño fondo de mantenimiento: aportaciones reguladas desde fondos turísticos y municipales.
- Red de voluntariado con coordinación remunerada: padrinos locales por etapa.
- Señalización diferenciada: indicaciones para peatones, ciclistas y jinetes.
- Puntos de rescate y lanzaderas de autobús en temporada.
- Programa de monitorización: conteo anual de visitantes, medición de erosión, buzones de opinión en los pueblos.

Una perspectiva realista

Cuando en diciembre los primeros grupos emprendan la ruta, quizá se vean caras conocidas en la Plaça de l'Església en Artà: temprano por la mañana con termo y mapa. Algunas zonas ya no estarán tan silenciosas como antes. Pero eso no tiene por qué ser malo. Con normas sensatas, participación local y atención a las cuestiones ambientales, la GR 226 puede convertirse en un beneficio, no solo para turistas, sino para la gente que vive aquí.

Al final no se trata solo de caminos bonitos, sino de responsabilidad. Las últimas señales ya están colocadas. Ahora comienza el trabajo real: mantener los senderos, resolver conflictos y asegurarse de que en algunos rincones se conserve el silencio —el canto de las cigarras, el rumor del mar, las campanas de Artà.

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