Aviones en la pista de Son Sant Joan en el aeropuerto de Palma

Menos despegues, más asientos: el enigma de diciembre en el aeropuerto de Palma

👁 4821✍️ Autor: Ana Sánchez🎨 Caricatura: Esteban Nic

En diciembre hubo en Mallorca menos movimientos aéreos, pero más asientos disponibles. Por qué las aerolíneas eligen aviones más grandes, qué significa para los residentes y qué soluciones serían razonables ahora.

Menos despegues, más asientos: El enigma de diciembre en el aeropuerto de Palma

En una fresca mañana en la Avenida Jaime III, los taxis resoplan, la panadería desprende su aroma – y en los quioscos se vuelven a debatir cifras. El balance de diciembre parece contradictorio: se registraron alrededor de 9.015 movimientos aéreos, unos cientos menos que el año anterior. Al mismo tiempo, la oferta de asientos disponibles aumentó ligeramente hasta aproximadamente 1.414.514 plazas, cerca de 14.000 más que antes.

La pregunta central

¿Por qué disminuyen los despegues y aterrizajes mientras crece el número de asientos? A primera vista, una paradoja. Quien por la mañana toma la línea 21 que bordea el aeropuerto o observa la fila en el check-in nota: no hay necesariamente más aviones, pero a menudo son más grandes.

La lógica detrás de los números

La explicación reside en la rutina económico-operativa de las aerolíneas. El aumento de los costes de combustible y de personal obliga a buscar eficiencia. Aviones más grandes para rutas cortas y medias permiten más asientos por vuelo: menos frecuencias, pero mayor capacidad por movimiento. Para las aerolíneas sale rentable; para los viajeros y la isla es un mensaje mixto.

En la plataforma de Son Sant Joan significa concretamente: algunas rutas se operan con menos frecuencia, otras siguen con regularidad, pero con modelos que pueden acoger hasta cien asientos más. Al frente de los operadores se mantiene Ryanair, seguida de Vueling, Air Nostrum, Air Europa y Eurowings – nombres omnipresentes en el día a día cuando por la mañana abren los mostradores o el equipaje rueda por la pista.

Lo que los residentes suelen pasar por alto

Menos movimientos aéreos pueden sonar localmente a menos ruido: menos rodaje, menos motores. Pero las horas en que se produce el ruido se concentran. Si los viernes y domingos entre las 14:00 y las 18:00 llegan varias aeronaves grandes al mismo tiempo, se llenan las terminales, autobuses y taxistas sufren picos que antes estaban repartidos a lo largo del día. Eso supone más horas punta para los servicios: taxis, empresas de alquiler, quioscos y cafeterías lo notan de inmediato.

Un efecto menos citado: las aeronaves más grandes suelen no poder operar en los aeropuertos regionales alternativos — la concentración en Mallorca sigue siendo alta. Así, por un lado aumentan los pasajeros en días concretos y por otro disminuye la flexibilidad de las conexiones.

Freno para el invierno y la cuestión de la sostenibilidad

La perspectiva para la temporada de invierno no es mucho más optimista. Entre noviembre y marzo, la capacidad de asientos hacia el conjunto de las Baleares se reduce ligeramente; eso frena la recuperación tras los años de pandemia. Al mismo tiempo, las oleadas de reserva se desplazan hacia los meses de temporada baja — desde el punto de vista turístico es mejor que una mera concentración estival, pero si eso es más sostenible es objeto de debate.

Vuelve a avivarse el debate sobre la desestacionalización. Hoteleroas, agencias de viajes y residentes siguen discutiendo en la Plaça de Cort si los incrementos en los meses de pre y posttemporada suponen realmente un alivio o solo un traslado del problema. Más días con afluencia moderada son preferibles a unas pocas semanas desbordadas. Sin embargo, las aeronaves más grandes pueden someter al sistema local a una fuerte presión en días punta.

Oportunidades críticas y propuestas de solución

La situación ofrece también oportunidades. Algunas medidas concretas que se escuchan con frecuencia —y que merecen más atención— son:

1. Sistema de incentivos para deslocalizar salidas y llegadas: Los aeropuertos podrían escalonar las tasas de despegue y aterrizaje para suavizar los picos. Quien opere fuera de las horas punta paga menos — eso alivia terminales y el tráfico viario.

2. Mejor coordinación con el transporte público: Más conexiones directas en bus y tren a horas menos concurridas amortiguarían los picos de viajeros y turistas. En lo local: más autobuses hacia Playa de Palma a media mañana para evitar las puntas de las 14:00.

3. Fomento de aeronaves más pequeñas en rutas cortas: Cuando sea económicamente viable, las aerolíneas podrían volver a usar turboprops más eficientes en rutas con menor demanda — menos ruido, menor consumo, más frecuencia.

4. Política de slots transparente: Una asignación más justa de slots podría evitar que pocas aeronaves grandes dominen las puntas. Aquí puede entrar la discusión política regional.

Qué pueden hacer los viajeros ahora

Quien viaje a Mallorca en diciembre debería planificar con flexibilidad: comparar precios y horas de salida, y no fijarse solo en los movimientos aéreos visibles. Aviones más grandes implican terminales llenas — especialmente los viernes y domingos. Quien vaya por la mañana con niebla sobre la Playa de Palma suele ver solo las multitudes con maletas. La estadística detrás permanece invisible hasta que el check-in pita.

Perspectiva

El enigma de diciembre es menos un misterio que una lógica de adaptación: las aerolíneas responden a costes y demanda, y la isla percibe los efectos en puntos concretos. La clave ahora sería suavizar los picos, garantizar la movilidad de los residentes y, al mismo tiempo, mantener la actividad turística rentable. Si eso se consigue, se verá en los próximos meses — entre las líneas de autobús, los quioscos y las pistas de Son Sant Joan, donde cada despegue y cada aterrizaje forman parte del cotidiano mallorquín.

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