Entrada y pinos del Castillo de Bellver en Palma, con visitantes en la puerta

Castillo de Bellver: entrada duplicada — ¿Para quién sigue abierto el acceso?

👁 6200✍️ Autor: Ana Sánchez🎨 Caricatura: Esteban Nic

Palma sube los precios de entrada en Bellver: 4 euros pasarán a 8 euros y las tarifas por eventos aumentarán considerablemente. Entre la rehabilitación, las arcas municipales y la accesibilidad se enciende un conflicto.

Para la ciudad, un beneficio; para quienes pasean, un obstáculo — ¿o ambas cosas?

El sol rasante en el Passeig proyecta largas sombras sobre los pinos del cerro de Bellver, huele a resina y a espresso, y en la puerta están dos jubilados debatiendo si a partir de ahora solo podrán recorrerlo desde fuera. Esa es la imagen que mejor describe de qué va el debate en el Ayuntamiento: ¿para quién existe realmente el castillo de Bellver — para las arcas municipales, para los turistas o para el vecindario?

Por qué suben los precios

La administración de la ciudad propuso en las discusiones presupuestarias aumentar la entrada general de 4 a 8 euros. El argumento: las tarifas no se han cambiado desde 2013 y están claramente por debajo de lugares históricos comparables. Desde el punto de vista financiero suena sencillo: en lugar de unos 800.000 euros anuales, podrían entrar aproximadamente 1,6 millones de euros en las arcas municipales. Además, las tasas para eventos privados y comerciales se incrementarían de forma masiva: en las propuestas se mencionan cifras desde los actuales alrededor de 250.000 euros hasta tarifas previstas de hasta 750.000 euros para grandes eventos de lujo.

Al mismo tiempo, Palma anunció que prevé dedicar unos 300.000 euros en el presupuesto de 2026 a una "reconfiguración museística" del Bellver y a trabajos en puertas históricas del casco antiguo. Suena a un mantenimiento razonable — pero queda la pregunta: ¿realmente llegarán los ingresos adicionales a donde se necesitan?

Lo que en el debate público suele quedar fuera

La discusión rápidamente gira en torno a cifras. Pero hay al menos tres aspectos que hasta ahora han sido menos abordados:

1) Funcionalidad cotidiana en lugar de política de entradas: Para muchos mallorquines, el castillo es un lugar para pequeñas escapadas, un paseo corto después del mercado o el destino de una tarde de domingo. Una duplicación impacta más a los visitantes ocasionales que a los turistas habituales, que de todas formas planifican varias atracciones.

2) Los precios como instrumento de control — intencionado o no: Tarifas más altas pueden utilizarse deliberadamente para regular el flujo de visitantes. Eso no sería un error, sino una oportunidad — si la ciudad lo comunica abiertamente y combina la gestión de aforos con mejoras de calidad. Si no es transparente, surge rápidamente la sospecha: maximización de ingresos en lugar de protección del patrimonio.

3) Efectos secundarios sobre otros espacios públicos: Si el pequeño y accesible parque alrededor de Bellver se encarece, la gente buscará otros lugares — a menudo rincones menos adecuados de la ciudad que no cuentan con gestión de visitantes. Eso puede aumentar la presión sobre los barrios locales.

Oportunidades concretas y soluciones prácticas

El aumento de precios no tiene por qué ser solo un problema. Puede formar parte de un concepto inteligente que vincule protección, accesibilidad social y financiación. Propuestas que se oyen cada vez más en los cafés de la Ciutat:

Escalonamiento dirigido: Tarifas diferentes para visitantes ocasionales, familias, residentes y turistas. No todo tiene que costar lo mismo — condiciones especiales para mayores, estudiantes y personas con bajos ingresos.

Transparencia y rendición de cuentas: Publicar claramente en qué se usan los ingresos adicionales. Un fondo específico para conservación, cuidado de las zonas verdes y accesos sin barreras generaría confianza.

Contingentes limitados para eventos: Tasas más altas para eventos son razonables para regular actos comerciales. Al mismo tiempo, los proyectos culturales y educativos reales podrían tener condiciones más favorables. Un catálogo de criterios claro evitaría que el parque del castillo se convierta en un mero escenario de lujo.

Días comunitarios y horas de acceso libre: Jornadas gratuitas periódicas para vecinas y vecinos o accesos gratuitos limitados en horarios tempranos. Así el lugar permanece presente en la vida cotidiana de la Ciutat, no solo como destino turístico.

A corto plazo, la ciudad podría también estudiar una implantación escalonada del aumento — por ejemplo, primero para reservas comerciales y luego para entradas individuales.

Una mirada al futuro

La duplicación de la entrada es más que una medida fiscal. Es una decisión política sobre cómo Palma organiza su patrimonio cultural: ¿como un recurso de acceso público o como un espacio escaso y tasado? Quien camina estos días por el Passeig escucha el bocinazo lejano del ferry, el tintineo de las tazas de café y el murmullo de los debates municipales.

Para los dos jubilados en la puerta podría hallarse una solución sencilla: abonos anuales reducidos o gratuitos para residentes. Para la ciudad existe la oportunidad de invertir los fondos adicionales de forma visible en conservación y mejor gestión de visitantes — en lugar de diluirlos en el presupuesto general. Si no, la duplicación amenaza con destruir precisamente esa cercanía espontánea que hace que Bellver sea tan especial para muchos mallorquines.

El debate continúa. En el Ayuntamiento se calcula y pondera a puerta cerrada. Pero fuera sigue el discreto intercambio de opiniones: ¿sigue siendo un museo que crece accesible para todos? ¿O pronto solo será alcanzable para quienes estén dispuestos a pagar? La respuesta mostrará cómo Palma prioriza su ciudad y su gente — y si el clamor en los cafés se calma a largo plazo o apenas comienza.

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