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Después de 29 años: la mítica barra Can Comas en Palma cierra; los propietarios se retiran

Después de 29 años: la mítica barra Can Comas en Palma cierra; los propietarios se retiran

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La pequeña barra Can Comas en la calle Aragón cerrará a finales de septiembre. Antonio Lara y Jaqueline Lasere entregan las llaves tras 29 años, con una mezcla de risas y lágrimas.

Fin de una era en Aragón: Can Comas cierra sus puertas

Al final de esta semana de septiembre, en la calle Aragón, dos cajas de mudanza quedan junto a la barra y una pizarra con palabras de agradecimiento escritas a mano. Tras casi tres décadas, Antonio Lara y Jaqueline Lasere entregarán las llaves. Entre el 30 de septiembre y el 1 de octubre, Can Comas cerrará oficialmente.

No es una gran etiqueta, sino la rutina diaria

Eso nunca fue un bar para espectáculo, más bien un punto de encuentro, en el que el día comenzaba con un café fuerte a las 9 de la mañana y a menudo terminaba con una charla improvisada alrededor de las 10 de la noche. La cocina olía a ajo, asados y sal marina: cochinillo asado los domingos, grandes paellas y la inevitable fideuá. Los menús del mediodía eran porciones honestas; los clientes venían a saciarse y a conversar.

«Devolvemos el local al propietario», dice la pareja, a la que muchos consideran el alma del lugar. Subrayan que hay nuevos inquilinos dispuestos a continuar con la actividad. Si la nueva impronta podrá conservar a los clientes habituales, está por verse.

Familia, trabajo y los pequeños rituales

«Nuestros tres hijos crecieron aquí, nuestros cuatro nietos han jugado aquí», cuenta Jaqueline con una sonrisa que a la vez parece cansada. Son estas imágenes – niños entre sillas, cartas sobre la mesa, tapas que de pronto desaparecían como panecillos tibios – las que hacen que el lugar sea insustituible para el vecindario.

Antonio está orgulloso de lo simple: buena cocina tradicional sin artificios. Los huéspedes elogiaron su «toque» al cocinar. Para muchos, Can Comas era un pedazo de origen en la ciudad, un lugar donde se hablaba, se reía y, a veces, también se discutía a voces.

Entre nostalgia y realidad

En Palma, en los últimos años, desaparecen con mayor frecuencia tiendas y locales tradicionales. Algunos nombres eran incluso más antiguos que la lista municipal de establecimientos protegidos, pero no todos tienen tanta suerte. Can Comas no figura entre las direcciones históricas de 75 años que gozan de protección especial. Eso hace que la despedida sea amarga, pero forma parte de una imagen más amplia de la comunidad: el cambio, a veces demasiado rápido.

La despedida debe permanecer en silencio, dicen los propietarios. No habrá un gran evento, más bien una última reunión con voces conocidas y una copa. Después, Antonio y Jaqueline quieren reducir su actividad: paseos, tiempo en familia, tal vez una visita a un café en el puerto sin la presión de una semana de servicio.

Si el sucesor logra tocar el corazón del local, ya se verá. Para la calle Aragón, queda la memoria de una barra que, sin alardes, mantuvo unido mucho. Y para las personas que vivían y trabajaban allí, termina una rutina que durante 29 años se fue formando en pequeños rituales. No es un escándalo, sino un cambio silencioso, y aun así es perceptible.

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