La autoridad portuaria adjudica concesiones para Varadero y Can Blanc en el Paseo Marítimo. Grandes espacios, altas tasas y exigencias de derribo cambian el panorama de solicitantes. ¿Quién se beneficia — y quién queda fuera?
¿Quién puede revitalizar el puerto? Varadero y Can Blanc antes del reinicio
Por la mañana temprano aquí se percibe primero el mar: aire salado, un toque de café, virutas de la obra y el lejano graznido de las gaviotas. En el Paseo Marítimo hay dos huecos: el Varadero en el espigón y el antiguo Can Blanc en la Plaza de Santo Domingo. La autoridad portuaria ha publicado ahora la licitación: ambos espacios se volverán a adjudicar. La pregunta central es: ¿para quién se hace este paseo?
Qué está en juego
El Varadero ofrece en el gran espigón alrededor de 1.000 metros cuadrados incluyendo jardín y terraza; la cuota anual de la concesión asciende a aproximadamente 134.000 euros por un periodo de hasta seis años. Can Blanc cuenta con unos 700 metros cuadrados, una posible duración de la concesión de hasta 18 años, pero con la condición de demoler el edificio y reconstruirlo. La tasa de uso allí ronda los 31.000 euros anuales.
Estas cifras pueden sonar secas, pero deciden la atmósfera y la vida cotidiana: ¿volverá a ser un café con sillas de madera y vecinos leyendo el periódico, o nacerá un templo blanco para turistas de temporada? Y, sobre todo: ¿qué negocios pueden permitirse los elevados costes iniciales?
Aspectos que suelen quedar fuera
En el debate público suele hablarse sobre ubicación, diseño y atractivo. Pero tres puntos menos visibles merecen más atención:
1. Barreras de entrada en lugar de oportunidades: Las altas tasas y la obligación de reconstrucción en Can Blanc aumentan mucho las necesidades de capital. Eso favorece a operadores más grandes o a inversores bien financiados —a menudo no una taberna local, sino cadenas o sociedades de capital.
2. Funcionamiento en el día a día: Grandes terrazas implican más tráfico de suministros, más residuos y más ruido a primeras horas. ¿Quién organiza las entregas sin bloquear el paseo? ¿Cómo se gestionará la recogida de basura y los restos de comida, para que el puerto no vuelva a oler a pescado y plástico al cabo de unos meses?
3. Rentabilidad estacional: El puerto vive en gran medida del turismo y de los visitantes de día. Plazos largos de concesión (hasta 18 años) pueden estabilizar, pero también suponen el riesgo de que un establecimiento ocupe durante años un uso inadecuado —a costa de una gastronomía local variada.
Oportunidades concretas — pero no sin condiciones
Por supuesto hay aspectos positivos: el nuevo paseo, aceras más anchas, menos tráfico rodado y el diseño de Elías Torres crean una buena base. Espacios generosos pueden posibilitar conceptos culinarios que hoy faltan en Palma: puntos de encuentro social, espacios para productores locales, formaciones para jóvenes cocineros o baristas que busquen conectar tradición e innovación.
Pero para ello hacen falta reglas que vayan más allá de los simples criterios de adjudicación. Si no, hay riesgo de intercambio: identidad local por rentabilidad. El ayuntamiento y la autoridad portuaria podrían, con pocas medidas, contrarrestar esto:
Propuestas de solución:
- Escalonamiento del canon: años iniciales más bajos, cuotas crecientes tras una fase de arranque, para dar tiempo a startups y operadores locales.
- Cláusulas sociales en las licitaciones: porcentaje de productos locales, puestos de trabajo para residentes, horarios especiales en temporada baja.
- Planes logísticos comunes: horarios de entrega establecidos, puntos centrales de basura e iniciativas de residuos orgánicos para minimizar los problemas operativos diarios.
- Fondos de apoyo o avales: ayuda para la reconstrucción (Can Blanc) dirigida a operadores locales, vinculada a estándares obligatorios de calidad y sostenibilidad.
Qué pueden esperar ahora vecinos y visitantes
Para quienes viven aquí la esperanza es sencilla: un paseo junto al mar más vivo —pero sin la vuelta de la antigua usura ni la dominancia de inversores sin vínculo con la isla. Para los visitantes significa más opciones en desayunos, almuerzos y atardeceres con vistas al mar. Para Palma es una prueba de cómo encajan el desarrollo urbano y el comercio en la ribera.
Volveré dentro de unos meses, cuando desaparezcan las vallas de obra. Entonces escucharé si, en lugar del ruido de la construcción, vuelve el suave tintinear de las tazas y las conversaciones de los vecinos por la mañana —y si los nuevos concesionarios dan más espacio a las historias locales que a los planes financieros. Con un cappuccino en la mano muchas cosas se juzgan mejor, incluso una escritura de concesión.
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