En el nuevo barrio Son Güells de Palma han comenzado las obras de 64 viviendas. Solo 26 tienen precio limitado — ¿suficiente para aliviar la presión del mercado de la vivienda? Un análisis con escena cotidiana, temas ausentes y propuestas concretas.
Pregunta clave
¿Realmente bastan 26 viviendas con precio limitado de las 64 unidades previstas para aliviar los apremiantes problemas de vivienda en Palma, o se está vendiendo algo pequeño como solución a un problema grande?
En resumen
El promotor ha comenzado las obras de una promoción residencial privada en Son Güells. Están previstas 64 viviendas de uno a cuatro dormitorios; las unidades tipo ático tendrán terrazas en la azotea y las plantas bajas contarán con jardines privados. De las 64 unidades, 38 se ofertarán en el mercado libre y 26 tendrán precios limitados. El conjunto incluirá zonas verdes, espacios comunitarios y una piscina. En el nuevo barrio de Son Güells están además previstas unas 3.000 viviendas adicionales.
Análisis crítico
Sobre el papel parece un mix entre comercialización libre y una cuota social. En la práctica la cuenta es más complicada. 26 de 64 significa: menos del 41 por ciento están sujetas a precios limitados. Sigue sin saberse cuántas de esas unidades realmente serán accesibles para hogares de ingresos medios. ¿Permanecerán a largo plazo en el mercado de alquiler o se entregarán como viviendas en propiedad con opción de reventa para inversores buscando rentabilidad? Y: ¿cómo encaja esta única promoción en una trama urbana que pronto deberá acoger varios miles de nuevas unidades?
Lo que falta en el debate público
Se habla mucho de metros cuadrados y terrazas en la azotea, pero casi nada sobre infraestructura: ¿Dónde irán los niños a la escuela cuando cientos de familias se muden a Son Güells? ¿Quién pagará la ampliación de las redes de agua y saneamiento, las conexiones de transporte público o la atención médica? También se trata poco el impacto de muchas viviendas nuevas en el mercado de alquiler local y en la calidad de vida de los barrios existentes. Y, por último: ¿qué requisitos hay sobre consumo sostenible de agua, eficiencia energética y una verdadera vegetación, o todo quedará como adorno?
Un escenario cotidiano desde Palma
A las ocho de la mañana en la Carrer de Son Castelló ya se oyen martillos y los grupos electrógenos diésel, las grúas se recortan contra el cielo frío de diciembre. Furgonetas de reparto maniobran, una pareja mayor se detiene a mirar cómo una excavadora hace un corte de cimentación. «¿Para quién construyen tanto?», dice la mujer, mientras un autobús escolar pasa por la plaza. Esta escena se repite ya en varias obras alrededor de Palma: ritmo, actividad visible de construcción — y la pregunta sobre el beneficio social.
Propuestas concretas
1) Aumentar el porcentaje: El ayuntamiento debería exigir en los grandes proyectos un porcentaje vinculante mayor de viviendas con precio limitado — no 40, sino más bien entre el 50 y el 60 por ciento, escalonado según el tamaño del proyecto.
2) Vinculación a largo plazo: Las viviendas con precio limitado deben estar sujetas durante largo tiempo a normas de alquiler o adjudicación para prevenir la especulación.
3) Vincular contribución a infraestructura: Las licencias deberían condicionarse a aportes obligatorios para la infraestructura urbana (colegios, guarderías, transporte público, agua).
4) Fomentar la mezcla social: No barrios privados cerrados con piscina, sino barrios mixtos con zonas verdes de acceso público y facilidades para la vida vecinal.
5) Hacer obligatoria la sostenibilidad: Estándares de baja energía, uso de agua de lluvia para jardines, instalaciones solares en áticos — medidas que pueden planificarse y reducen costes futuros.
6) Construcción por fases: En vez de impermeabilizar toda la parcela de inmediato, los proyectos deberían ejecutarse por etapas para que la infraestructura pueda crecer al mismo ritmo.
Por qué esto importa
Construir vivienda es más que un esqueleto y una plaza de aparcamiento. Si Palma planea miles de viviendas en Son Güells, cada nueva promoción debería medirse por si hace la ciudad habitable o solo añade presión. Quien construye ahora está sentando las bases para las próximas décadas — y eso afecta a inquilinos, familias, vecindarios y la ecología urbana.
Conclusión breve
El inicio de obras para 64 viviendas en Son Güells no es un hecho irrelevante, pero tampoco un cambio de juego. Sin cuotas más altas, vinculaciones a largo plazo de las unidades a precio limitado y exigencias claras de infraestructura, mucho quedará a medias. Son Güells podría convertirse en un barrio modelo — si el ayuntamiento toma ahora decisiones distintas. Si no, la piscina quedará en manos privadas y las verdaderas preguntas sobre el acceso a la vivienda seguirán abiertas.
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