Pequeñas bolitas de plástico —nurdles— aparecen una y otra vez en las playas de Mallorca. ¿Quién es responsable y qué debe hacerse aquí antes de que la situación empeore?
Pellets de plástico en Mallorca: ¿Quién detiene las bolitas blancas en la playa?
Pregunta central: ¿Por qué el granulado plástico industrial y sus consecuencias llegan sin filtrar a nuestros paseos y calas, y quién debe actuar de una vez?
Empieza con una sensación inocente: la arena se desliza entre los dedos, las gaviotas chillan, y a lo lejos se oye el rugido de un motor de embarcación en la bahía de Alcúdia. Entonces la mirada se posa en pequeñas bolitas lisas, tan claras como fragmentos de concha, pero hechas de plástico. Quien haya mirado con atención reconoce: no son productos de la naturaleza, son nurdles —prefabricados de plástico que viajan como carga suelta por el mundo.
Yo las encontré personalmente, y no solo una vez. En verano estaban al sol junto a mi toalla en una pequeña cala cerca de Alcúdia. En noviembre vi el mismo tipo de depósitos entre trozos de algas en Cala Millor y en una cala de Cales de Mallorca. A veces en largas líneas en la orilla, otras puntualmente entre algas y vidrios —siempre esos puntos blancos que parecen la mitad de una pastilla.
Para situarlo: la producción global de plástico es elevada; en 2023, según datos del sector, fueron alrededor de 414 millones de toneladas de materia prima. Una parte se comercializa como granulado o pellets antes de convertirse en productos. Estimaciones que se han repetido hablan de cientos de miles de toneladas que cada año llegan al medio ambiente. No existe un registro exhaustivo; el problema por tanto no se mide correctamente y mucho menos se soluciona por completo.
¿Por qué es importante para Mallorca? Esta isla vive de playas limpias, de la pesca y del mar como espacio de recreo. Los nurdles no son solo una molestia estética. Aves marinas, peces y otros animales marinos confunden las bolitas con alimento. Las ingieren y sufren problemas digestivos o lesiones internas. Además existe un efecto químico: los pellets suelen llevar aditivos y absorben contaminantes orgánicos del mar. Lo que parece un grano inocuo puede alterar hormonas y bioacumularse en la cadena trófica.
La cuestión de la responsabilidad no es nueva, pero es compleja. La fuga puede ocurrir en cualquier punto: al trasbordar en el puerto, durante el transporte en cubierta, al aspirar y trasvasar en fábricas o al llenar contenedores en camiones. Fabricantes, transportistas y puertos responsables suelen alegar que existen protocolos de seguridad. La brecha está entre la teoría y el control: faltan en parte controles obligatorios, obligaciones estandarizadas de notificación y sanciones que realmente duelan.
Lo que falta en el debate público es transparencia tangible. Oímos sobre hallazgos aislados y limpiezas voluntarias, pero casi nunca sobre estudios sistemáticos que muestren qué rutas de transporte fallan con qué frecuencia. Faltan planes de emergencia adaptados a Mallorca, inspecciones obligatorias en nuestros puertos y una plataforma central de notificación de avistamientos en la isla que pudiera activar medidas inmediatas.
Escena cotidiana en Mallorca: en una mañana ventosa una mujer mayor camina por el Passeig Mallorca en Palma, con una bolsa de la compra en la mano y una bolsita pequeña donde guarda hallazgos de la playa. Niños bajan por las escaleras de Cala Millor, un pescador revisa su red junto a periódicos arrugados y —apenas visible— un cúmulo de diminutos pellets en el borde del agua. La escena es ruidosa y viva, pero los pellets suelen ser tan discretos que pasan desapercibidos en la limpieza de playas o los turistas no los detectan.
Análisis crítico: Los instrumentos actuales no son suficientes. Las recogidas voluntarias son valiosas y dignas, pero no sustituyen reglas de responsabilidad ni mejoras técnicas en la industria y la logística. Sin normas obligatorias de estanqueidad en zonas de carga, sin sistemas de transporte cerrados en fábricas, sin documentación exhaustiva y sin multas disuasorias, el problema continuará. La magnitud permanece en la oscuridad porque faltan datos. Y mientras las playas se limpien de forma puntual, seguirán siendo trampas alimentarias para animales y una fuente de microplástico para nuestros platos.
¿Qué falta en el debate público? Demandas concretas como: obligación de notificar pérdidas de pellets, controles estandarizados en todas las instalaciones portuarias, procesos claros para contener rápidamente vertidos, etiquetado obligatorio de transportistas y un registro público accesible de incidentes. Las discusiones suelen centrarse en la reducción general del plástico, pero no lo suficiente en esta fuente muy específica —los nurdles— aunque se sitúan al inicio de la cadena de valor.
Propuestas concretas para Mallorca: Primero: un sistema local de notificación y respuesta que recopile avistamientos ciudadanos y active medidas inmediatas; puede apoyarse en apps existentes pero debería contar con el respaldo del Consell. Segundo: zonas de transbordo con certificación de estanqueidad en los puertos y dispositivos de contención obligatorios en todas las estaciones de manipulación de graneles. Tercero: auditorías anuales para empresas que manejan pellets y publicación de los resultados. Cuarto: requisitos más estrictos en el cargado de contenedores, incluyendo mejor sujeción de la carga y listas de verificación obligatorias. Quinto: formación y equipamiento para voluntarios, de modo que las recogidas sean más eficientes y seguras.
Ya existen buenos ejemplos: iniciativas como registros de ciencia ciudadana o la línea internacional de notificación de nurdles ayudan a entender las vías de dispersión. El objetivo debe ser conectar la práctica local con normas internacionales, para que un responsable no pueda simplemente seguir su camino cuando causa un daño.
Conclusión: Mallorca no puede esperar a que una regulación central de la UE lo solucione todo. Hace falta ahora medidas locales claras, mejores controles en los puertos y un sistema de notificación serio que convierta avistamientos en reacciones rápidas. Quien pasea por la orilla y recoge un puñado de bolitas blancas hace algo importante. Aún más importante sería conocer el lugar donde se perdieron y llevar a los responsables ante la justicia. Si no, nos estaremos cavando poco a poco una isla de bolitas invisibles y venenosas.
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