El músico habla sobre el fin de las grandes giras, por qué quedan conciertos más pequeños, su fundación en Mallorca y la importancia de la naturaleza y la familia.
Una vida que llega a casa — y que, aun así, sigue sonando
Delante de la casa de la fundación en Pollensa, una brisa tardía de Tramuntana agitaba las ramas de olivo mientras se sentaba frente a mí. Peter Maffay parecía tranquilo, casi sereno — no era un showman, sino alguien que después de 50 años en el escenario elige conscientemente qué queda por hacer en su lista de tareas.
Ya no hay grandes giras, pero la música permanece
Sus grandes giras en estadios terminaron: 2024 marcó para él el fin de esa fase. Pero eso no significa: se acabó la música. Maffay planea en el futuro actuaciones seleccionadas a mano en salas medianas, a las que le gusta llamar 'Love Places' — lugares con 10.000 a 14.000 personas, que ofrecen atmósfera en lugar de un frenesí. 'Ya no quiero vivir más en el corsé de la gira', dice, y sonríe brevemente. La familia, la calma y menos estrés se han vuelto más importantes para él. Su mujer Hendrikje y su hija Anouk juegan un papel importante — y se nota.
Fundación, naturaleza y pequeños logros
El trabajo de la Peter-Maffay-Stiftung en la isla no es un simple compromiso de palabra. Antes llevaban a jóvenes de Alemania a Mallorca; ahora el trabajo se centra más en niños de España. Dos semanas en la finca, cuidado, excursiones en la naturaleza: el programa debe crear espacios de protección y ayudar a los niños a recuperar la confianza. 'La naturaleza aquí es una maestra', afirma. Y sí, la fundación es más un impulsor que una institución estricta — la intermediación suele hacerse a través de servicios de juventud y socios locales.
También temas como la conservación de la naturaleza le importan. Recuerda los debates sobre la autopista o la escasez de agua en la isla: el progreso trae comodidad, pero también responsabilidad. Por su postura recibió reconocimientos de grupos ambientalistas — pero más importante que los trofeos es el trabajo diario en lo pequeño.
Juventud, equipo y un poco de gratitud
Su hijo Yaris encuentra su propio camino en el mundo de la música, no copia al padre — así lo describe Maffay con orgullo y tranquilidad. Y una y otra vez subraya cuánto le han dado las personas en Mallorca: se abren puertas, de desconocidos se convierten en amigos, de proyectos nacen compromisos más duraderos. La vida entre Tutzing y Pollensa es hoy un equilibrio: Alemania es la residencia, la isla sigue siendo lugar del corazón.
Conclusión: No hay grandes discursos de despedida, sino un reacomodo consciente. Quien lo encuentra, siente: la energía no se ha ido, solo tiene otra dirección — escenarios más pequeños, días de fundación más intensos y más tiempo para la familia. Muy humano, de alguna manera.
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