Streit um Ombubäume in Palma: Stadt vs. Nachbarn

Controversia por 17 ombúes en la Plaza Llorenç Villalonga: ¿Quién decide sobre el verde urbano?

👁 2217✍️ Autor: Ricardo Ortega Pujol🎨 Caricatura: Esteban Nic

Vecinos bloquearon en Palma la prevista tala de 17 ombúes de hasta 80 años. El Ayuntamiento se ampara en un informe técnico; la vecindad exige más transparencia y alternativas.

Controversia por 17 ombúes en la Plaza Llorenç Villalonga: ¿Quién decide sobre el verde urbano?

Pregunta central: ¿Basta un informe técnico para retirar árboles de décadas en medio de un barrio, o se necesita más participación pública?

La mañana del 11 de diciembre se reunieron más de 80 vecinas y vecinos en la Plaza Llorenç Villalonga en Palma. Una cadena humana rodeó los troncos; algunas personas se encadenaron a los árboles. El ambiente era tenso: el tintineo de tazas de café de las terrazas se mezclaba con conversaciones en voz baja y algunos consignas. La administración municipal quiere talar 17 ombúes en ese lugar. Técnicos habían detectado previamente zonas deterioradas y un riesgo elevado de rotura de ramas; el Ayuntamiento sostiene que las talas son necesarias. La vecindad no acepta el informe sin cuestionamientos y exige acceso, alternativas y un debate público.

En el centro del conflicto se enfrentan dos perspectivas: la evaluación de riesgo de los especialistas por un lado y la memoria colectiva del barrio por otro. Los ombúes, que llevan décadas en un mismo sitio, se convierten en hitos: dan sombra a las plazas, retienen humedad, amortiguan el ruido de la calle y ofrecen escondites a los niños. Para muchos vecinos los troncos también forman parte de sus historias cotidianas: el vecino que saca a su perro allí cada día; el anciano en el banco que barre las hojas; la pequeña panadería de la esquina que cada mañana tiene cola.

El informe presentado es la instancia central en este caso. Pero: un documento por sí solo no siempre refleja las funciones sociales y ecológicas de los árboles. Las evaluaciones técnicas trabajan con síntomas de daño, medidas y categorías de riesgo. No obstante, pueden quedar subrepresentadas en el informe errores de medición o particularidades locales como competencia de raíces, compactación del suelo por obras o intervenciones de poda previas. En la Plaza Llorenç Villalonga la vecindad está convencida de que estos factores no fueron considerados adecuadamente.

¿Qué falta en el debate público? Primero: transparencia comprensible. La demanda vecinal de acceso al informe no es una simple curiosidad, sino la base del control democrático. Segundo: peritajes independientes. Cuando administración y ciudadanía chocan, un segundo o tercer informe por parte de un perito arbóreo independiente genera confianza —o pone de manifiesto objeciones fundadas. Tercero: una clara relación coste-beneficio de las alternativas. Las talas son definitivas; medidas como aseguramiento de copas, podas parciales, saneamiento de raíces o un periodo de observación escalonado implican costes, pero mantienen valores ecológicos y sociales.

Un escenario cotidiano en Palma: por las mañanas, cuando el sol está bajo, las vecinas se sientan en la plaza y miran el hiedra trepando por los troncos. Los niños circulan en patinete entre las zonas calvas que han quedado en los últimos años. Una pegatina municipal en un tronco recuerda una intervención anterior. Estos detalles explican por qué la reacción es emocional: no se trata solo de madera, sino de lugares familiares.

Propuestas concretas y realizables de inmediato: 1) Publicación del informe original con un resumen explicativo para legos; 2) Encargo de un peritaje independiente y certificado y comparación de hallazgos; 3) Establecimiento de un protocolo de observación temporal (por ejemplo, seis meses) en el que se documente estabilidad, estado de la copa y aparición de fisuras; 4) Valoración de medidas de aseguramiento como anclajes de copa, podas selectivas o rehabilitación del suelo; 5) Asamblea vecinal moderada, gratuita y con una estructura clara de toma de decisiones.

Prácticamente, el Ayuntamiento también podría ofrecer una solución piloto: en lugar de eliminar los 17 árboles de forma masiva, reducir inicialmente los casos más urgentes y mantener y vigilar los ejemplares menos afectados. Así la plaza no quedaría desnuda de la noche a la mañana, y la administración podría demostrar que toma en serio las preocupaciones de seguridad sin sacrificar de inmediato el paisaje urbano conocido.

¿Quién asume la responsabilidad? Legalmente la decisión suele corresponder al municipio, responsable de la seguridad vial y de los espacios públicos. Políticamente y socialmente, sin embargo, la administración está sujeta a presión cuando los vecinos salen a la calle. Transparencia, peritajes independientes y una verdadera participación ciudadana serían pasos que podrían fortalecer la confianza y, al mismo tiempo, aclarar las cuestiones de responsabilidad.

Mi conclusión: talar árboles es más que una medida técnica. En Palma se trata de la identidad urbana y de decisiones que la gente percibe en su día a día. La administración tiene derecho a prevenir riesgos; los vecinos tienen derecho a información y a participar. Antes de que desaparezcan 17 ombúes, el Ayuntamiento debería estudiar todas las alternativas científicamente justificadas y hacer públicos los resultados. Un enfoque controlado y escalonado sería más respetuoso con la plaza, su gente y los propios árboles que una tala abrupta.

La noche de la protesta dejaron huellas recientes en el pavimento, una bolsa con folletos junto a un banco y las luces de las terrazas proyectaron un cálido resplandor sobre los troncos —una imagen que deja abierta la pregunta de cómo quiere Palma tratar a sus testigos vivos de la historia urbana.

Leído, investigado y reinterpretado para ti: Fuente

Noticias similares