En Bilbao hubo un giro amargo: Mallorca empató tarde, pero apenas minutos después recibió el 1-2. El equipo continúa en el último puesto y las preocupaciones crecen.
Apretado, amargo y, de algún modo, típico: Mallorca pierde en Bilbao
Anoche, alrededor de las 21:00, bajo una llovizna fría en San Mamés, terminó el viaje del RCD Mallorca con una derrota por 1-2. Los anfitriones empezaron fuerte: ya en el octavo o noveno minuto el árbitro señaló un penalti; Iñaki Williams lo ejecutó y convirtió con precisión. El ambiente en el estadio hervía desde el principio; las gradas estaban tan ruidosas como en una tarde de sábado.
Mallorca tardó en encontrar su juego. Los isleños parecían un paso por detrás durante los primeros 60 minutos, especialmente en la mitad del campo, donde todo iba demasiado rápido. Aun así, el equipo mantuvo el partido abierto y se recompensó con un ataque paciente en el minuto 77: Samu Costa marcó el 1-1 y provocó un breve alivio entre los aficionados que habían estado discutiendo la alineación la noche anterior en bares de Palma y en el puerto.
Alegría a corto plazo, desilusión rápida
Sólo cinco minutos después del empate llegó el golpe: un caos en el área, un disparo desviado; y el 2-1 para Bilbao. Así de rápido puede ser el fútbol. La reacción de los mallorquines no apareció; hubo más oportunidades, pero faltó la precisión final. El entrenador Jagoba Arrasate parecía decepcionado tras el silbato final, pero no sorprendido: Hemos mostrado carácter, pero no suficiente tranquilidad en los momentos decisivos.
Las estadísticas son claras y desagradables: con apenas cinco puntos en ocho partidos, Mallorca sigue en el último lugar. Para los aficionados de la isla no es una buena sensación: muchos estuvieron anoche bajo la lluvia, iluminados por las pantallas de televisión en la ciudad vieja, otros siguieron el partido en un pequeño café deportivo en Portixol. El regreso del equipo será largo; en el vestuario deben hacerse las preguntas correctas.
Perspectivas y ambiente
Bilbao celebró su primera victoria tras una serie sin triunfos; eso da a los vascos algo de aire. Para Mallorca es momento de mantener la calma, analizar y corregir los pequeños detalles en los entrenamientos. El próximo encuentro llega pronto, y sigue la esperanza de que el equipo detenga la tendencia negativa.
Una pequeña mirada personal: camino a casa vi a dos aficionados mallorquinistas que viajaron con la plantilla frente a una gasolinera, que a pesar de la decepción rieron a carcajadas y hablaron de tiempos mejores. Tal vez esa sea la mezcla adecuada de frustración y optimismo que se necesita ahora.
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