Un alemán de 37 años residente en Manacor ha sido condenado a una pena de prisión en suspenso tras supuestamente acosar y hostigar repetidamente a la hermana de Rafael Nadal.
Tribunal confirma: acoso reiterado y prohibiciones de acercamiento
Un caso que en Manacor provocó conversaciones en la panadería y en la Plaza: un residente alemán de 37 años fue recientemente condenado porque supuestamente ha estado acosando a la hermana de Rafael Nadal durante varias semanas. La sentencia llegó en un procedimiento acelerado; el acusado reconoció los hechos.
¿Qué sucedió exactamente?
Según datos del proceso, el hombre habría entrado repetidamente sin una razón evidente en las instalaciones de la academia de tenis, donde la mujer trabaja como directiva. Se habría hecho pasar por jugador, intentado obtener acceso a eventos y así acercarse a ella. Además, habría llamado varias veces durante la noche y enviado mensajes: a veces a las 03:00 de la madrugada, a veces a las 11:30 de la mañana, según testigos.
El juez impuso cuatro meses de prisión, que quedaron en suspenso por dos años. Junto a ello se impone una prohibición de contacto y la obligación de no acercarse a la mujer a menos de 200 metros. Cualquier incumplimiento haría que la libertad condicional se revocara y la pena de prisión fuera efectiva.
¿Cómo reaccionó la víctima?
La mujer relató ante el tribunal cómo las llamadas y mensajes la habían dejado insegura. Como ya no se sentía segura en su camino al trabajo, en ocasiones fue acompañada por un familiar. Este tipo de acompañamientos es tema de conversación en Mallorca; se nota cuando alguien sale de casa acompañado.
¿No fue un caso aislado?
Durante el proceso surgieron indicios de acoso previo hacia otras mujeres en la comunidad. El tribunal tuvo en cuenta dichos indicios al fijar la pena. Los vecinos hablan a susurras de señales de alerta que deberían haberse considerado antes.
Muchos en Manacor respiran aliviados por ahora: la presencia de un conocido centro deportivo y de sus empleados genera responsabilidad, dicen los vecinos. Al mismo tiempo, el ambiente sigue tenso: las medidas de protección en el lugar de trabajo y las ofertas de ayuda concretas para las víctimas son desde entonces tema de conversación con las autoridades.
Estuve ayer al mediodía en la Plaza y escuché a dos señoras mayores hablar de lo importante que es tomar en serio los incidentes. Algo tan personal como el miedo no se puede simplemente sonreír ante ello, y procesos como este demuestran que el sistema jurídico puede reaccionar cuando existen pruebas.
La condena no significa que todas las preguntas estén respondidas. Pero establece límites claros: sin contacto, distancia mínima, obligaciones de la libertad condicional. Para las víctimas y los vecinos es un pequeño paso hacia la seguridad, y un recordatorio de mantenerse alerta.
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