Para el eclipse total del 12 de agosto de 2026, los hoteles en Sóller ya están alrededor del 80 % de ocupación. Llegan huéspedes de EE. UU., Escandinavia, Francia y Reino Unido; muchos establecimientos exigen al menos dos noches. Por qué esto es positivo para el oeste de Mallorca — y en qué deben fijarse los residentes.
Sóller se llena: hoteles casi completos para el eclipse solar de 2026
En las callejuelas de Sóller aún se percibe el olor veraniego a aceite y a mar, el tranvía suena regularmente desde la plaza hacia el Port, y en el paseo del puerto ya se llevan listas de reservas. Ocho meses antes del evento, los hoteles del municipio en la costa oeste están de golpe ocupados en torno al 80 % —no con turistas de paquete, sino con personas que viajan por un fenómeno celeste muy concreto: el eclipse total de sol del 12 de agosto de 2026.
La demanda llega, como es de esperar, de ultramar y del norte de Europa: viajeros de EE. UU., Escandinavia, Francia y Reino Unido han solicitado habitaciones, según informan hoteleros locales. Muchos alojamientos mantienen sus precios habituales de agosto, pero establecen una estancia mínima de dos noches —una forma sencilla de escalonar las llegadas y salidas y de hacer más previsible el flujo de huéspedes.
¿Por qué Sóller? La Tramuntana proporciona un aire más limpio y en el oeste de Mallorca el ángulo de observación es favorable: la fase total debería producirse hacia las 20:00 horas y ser visible en la isla durante aproximadamente dos minutos. La ventana temporal es corta, la fascinación grande —por ello los aficionados a la astronomía buscan lugares en la costa oeste que ofrezcan vistas despejadas hacia la puesta de sol.
Ya hay anfitriones preparándose: se han adquirido gafas de protección, algunos hoteleros valoran habilitar áreas de observación seguras, y otros estudian la logística para eventos nocturnos. Los ayuntamientos y el consejo insular planifican normas de tráfico para la noche, con el fin de evitar atascos en la MA-10 y en los accesos a los miradores populares. Para los residentes eso significa: planificar antes, compartir recorridos y usar los aparcamientos con moderación.
Desde la perspectiva de la isla, esto supone una bienvenida variación respecto al turismo veraniego habitual. En el pueblo los cafés cierran más tarde, hay más vida en las pequeñas boutiques y los restaurantes encuentran una fuente adicional de ingresos en unas noches de agosto habitualmente tranquilas. Al mismo tiempo se abren oportunidades para proveedores fuera del sector hotelero: empresas de autobuses podrían establecer servicios lanzadera, organizadores locales diseñar paquetes para observadores del cielo, y pequeñas tiendas vender gafas de protección o paquetes de picnic.
Prácticamente, esto implica para locales y visitantes: quien quiera venir debería reservar ahora —la situación ya está apretada. Quien vive en Sóller hará bien en prepararse para más tráfico y visitantes y en reservar plazas si tiene planes nocturnos. Unas reglas sencillas ayudan a mantener la velada sin estrés: preferir el transporte público, usar solo aparcamientos señalizados, llevarse la basura y respetar el descanso nocturno y la infraestructura local.
Para quienes quieran observar el cielo, además, hay un consejo de seguridad simple: evitar el contacto visual directo con el sol sin gafas de protección certificadas. La disposición a comprar gafas en el lugar es alta; aun así, conviene llevar las propias, sobre todo en grupos grandes.
Al final, la Tramuntana mallorquina quizá no solo refresque las montañas esa noche de agosto, sino que también agudice la mirada hacia el horizonte. Dos minutos de totalidad son breves, pero bastan para reunir a toda una ciudad costera en una noche —y para Sóller puede suponer, económica y humanamente, un pequeño y especial acontecimiento en un agosto ya de por sí lleno.
Un consejo breve: quien sea flexible puede buscar un mirador fuera de las principales vías de acceso —los miradores con vistas al mar o pequeñas calas en la costa oeste suelen ofrecer cielo más despejado y menos tráfico.
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