Un paseo vespertino de un cerdo de más de 100 kilos terminó sin mayores consecuencias: gracias a una conductora atenta, la rápida intervención de los voluntarios de Protección Civil y un feliz reencuentro con sus congéneres se evitó un posible peligro en la carretera hacia S'Aranjassa.
Qué suerte en Llucmajor: cómo una cerda de 100 kilos unió al vecindario
Cuando los caminos rurales, los ladridos y una puerta abierta pusieron fin pacíficamente a la fuga
Fue una de esas noches frescas a finales de noviembre: las farolas en el acceso a S'Aranjassa proyectaban largas sombras sobre los olivos sin hojas, y en el aire flotaba el olor típico a tierra mojada y diesel a lo lejos — Palma había registrado poco antes 9 °C. Hacia las 19:50 una conductora que se dirigía a Palma notó un animal grande que se movía en dirección a la carretera. Rápidamente quedó claro: no era un ciervo, sino una cerda de claramente más de 100 kilogramos que deambulaba sin vigilancia por los caminos rurales.
La mujer se detuvo, avisó a las autoridades y permaneció a una distancia segura. Pocos minutos después llegaron los voluntarios de la unidad local de Protección Civil de Llucmajor, recién terminada su intervención anterior en Cap Blanc. Los dos efectivos evaluaron la situación: un animal grande cerca de una carretera muy transitada puede convertirse en un riesgo para conductores y peatones. Se acercaron con precaución por el Camí de ses Puntes de Galdent, observaron al animal y solicitaron apoyo de la policía local.
La cerda en un primer momento parecía poco estresada y comía con calma al borde del camino. Como se sabe, los cerdos suelen mostrar timidez ante las personas en momentos tranquilos, pero pueden reaccionar de forma imprevisible cuando se estresan. Por eso los equipos mantuvieron la distancia hasta comprobar que no había una amenaza inmediata para quienes circulaban por la vía.
El giro inesperado vino desde un lado insospechado: en un terreno contiguo había más cerdos detrás de una valla. La fugitiva olisqueó y empezó a gruñir en voz alta, aparentemente buscando a sus congéneres. Los voluntarios abrieron la puerta del recinto y esperaron un instante. Sin rodeos, la cerda corrió directamente al corral, se juntó con las otras y la situación se relajó en cuestión de segundos. Poco después se localizaron los dueños del animal.
Este tipo de incidentes son raros en la isla, pero no imposibles: parcelas agrícolas, cortijos aislados y zonas periféricas urbanas a menudo se encuentran contiguos. Especialmente al atardecer, las carreteras rurales pueden convertirse en zonas de peligro si animales grandes invaden la calzada. Por eso resultó tan reconfortante el desenlace: ningún accidente, ningún animal herido y un breve ejemplo de solidaridad vecinal y profesionalidad.
¿Qué queda como pequeña lección práctica? Mirar el entorno, llamar en lugar de tocar la bocina y salir huyendo, y la calma de los intervinientes evitaron males mayores. A los propietarios les conviene revisar las puertas con regularidad, marcar a los animales y, en caso de duda, dejar un contacto a vecinos o al ayuntamiento. Los equipos de Llucmajor demostraron que una actuación rápida y serena ayuda —y que, a veces, unos cuantos gruñidos de amigos son la mejor solución.
En los campos alrededor de Llucmajor se oyen por las noches tractores al ralentí, perros que ladran desde las fincas, y cuando un coche circula por la carretera rural hay que prestar atención. Esta pequeña anécdota recuerda la conexión entre ciudad y campo aquí: con un cerdo suelto bastó para que extraños se mostraran alerta, vecinos se implicaran y llegaran los equipos oficiales. Es un fragmento de la vida diaria que, aparte del revuelo momentáneo, deja una sensación cálida: humana, local y de alguna manera reconfortante.
Como perspectiva: el incidente es una oportunidad para reforzar iniciativas comunitarias —por ejemplo, elaborar una lista de contactos para ganaderos en núcleos rurales, organizar charlas informativas sobre el comportamiento de los animales de granja y pequeños talleres de revisión de cerramientos. No porque haya ocurrido algo grave, sino porque la isla gana en seguridad y en redes si se coordinan estos asuntos. Y quién sabe: la próxima vez quizá baste con una puerta abierta para poner fin a la escapada —sin sirenas ni grandes despliegues.
Lugar: Llucmajor (Camí de ses Puntes de Galdent, cerca de la carretera hacia S'Aranjassa).
Hora: Jueves por la noche, poco antes de las 20:00.
Intervinientes: Protección Civil de Llucmajor con apoyo de la policía local.
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