Mallorca sigue siendo un imán para los aficionados al ciclismo, no solo en verano. Tras grandes eventos como Ironman y la Mallorca 312, las carreteras, como la MA-10, vuelven a llenarse de ciclistas internacionales. Hoteles, empresas de alquiler y talleres están a pleno rendimiento.
Otoño en Mallorca significa: Pedales, montañas y café matutino
Quien en los últimos días ha paseado por la Playa de Palma o por el puerto de Alcúdia lo nota de inmediato: la isla está de nuevo llena de bicicletas de carretera. Tras la gran temporada deportiva con Ironman y la Mallorca 312, ahora vemos la segunda ola de ciclistas. La mayoría sale poco después del amanecer, alrededor de las 7, cuando el aire aún está frío y las calles relativamente vacías.
Rutas populares siguen igual: la MA-10 hacia Formentor, las serpentinas hacia Sa Calobra y la carretera costera de Pollença. También las rutas más planas a lo largo de Playa de Muro o Can Picafort están de moda. Aquí no solo se encuentran visitantes de Alemania, Suiza y Gran Bretaña — cada vez más ciclistas estadounidenses y canadienses están en la isla, a menudo con guías o en pequeños grupos.
Eso tiene en Mallorca una dinámica muy propia: hoteles reportan garajes de bicicletas llenos, las empresas de alquiler de bicicletas reservan semanas por adelantado, y los talleres trabajan a todo gas. La semana pasada vi a un mecánico en Port d’Alcúdia que tenía tres cambios de Shimano a la vista al mismo tiempo — y sin un minuto libre.
Qué deben tener en cuenta los locales y los visitantes
Unos consejos prácticos del día a día: ir temprano sale a cuenta. A partir de las 10–11 horas hará más calor, el sol pega, y los autobuses desde los centros turísticos están en marcha. Llevar agua, no olvidar el protector solar. En puertos de montaña estrechos conviene ir despacio y con anticipación, ceder paso a caminantes y motocicletas. La policía vigila de vez en cuando la velocidad y el comportamiento en tramos populares — así que mejor con cabeza.
Consejo pequeño: quien planifique Sa Calobra, lo ideal es empezar en Escorca y llevar reservas suficientes. Y si las piernas no acompañan: las ferris a Alcúdia a veces tienen sitio para bicicletas y permiten un regreso relajado.
En resumen: Mallorca sigue siendo un paraíso ciclista — también en otoño. La mezcla de carreteras costeras espectaculares, ascensos desafiantes y buenas ofertas de servicio sigue atrayendo a gente. Para la economía insular es un impulso bienvenido tras el verano; para los locales, es cuestión de compartir en lugar de esquivar. Y sí, a veces se huele por las mañanas a espresso y aceite de cadena — y eso encaja bastante bien por aquí.
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