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Menos buffet, más sartén: por qué los turistas en Mallorca cocinan por sí mismos

Menos buffet, más sartén: por qué los turistas en Mallorca cocinan por sí mismos

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En lugar de buffet y todo incluido, muchos huéspedes en Alcúdia y Can Picafort sacan la cuchara para cocinar. ¿Qué hay detrás de la tendencia y cómo reaccionan los anfitriones en el norte de la isla?

Menos buffet, más sartén: por qué los turistas en Mallorca cocinan por sí mismos

El otro día, a las 9 de la mañana, mientras paseaba por el Mercado de Alcúdia, los vi por todas partes: familias con grandes bolsas de la compra, parejas con hierbas frescas y algún joven turista que se conformaba con dos pimientos y un paquete de pasta. El ambiente estaba claro: las vacaciones hoy significan más autoconsumo que derroche de todo incluido.

El resultado: En la región norte de la isla —especialmente en Alcúdia y Can Picafort— los apartamentos con cocina propia tienen alta demanda. Los hoteleros informan, sin embargo, cifras sólidas: alrededor del 80 por ciento de ocupación en la zona, según fuentes del sector. Pero la relación ha cambiado. Los regímenes todo incluido y media pensión pierden cuota, se estima más de diez por ciento respecto a temporadas anteriores.

¿Por qué cocinan tantos por sí mismos?

Algunas razones he oído: los precios pesan, muchos huéspedes viajan más tiempo y quieren ser más flexibles. Algunos tienen hábitos de alimentación especiales —vegetarianos, sin gluten o simplemente no quiero buffet—, y prefieren tener control sobre los ingredientes. Sin olvidar: las pequeñas alegrías. Tomates frescos del Mercat d’Alcúdia, un trozo de Sobrasada para el desayuno, eso tiene autenticidad.

Y luego está esa sensación de vivir como local. Por las noches, en un apartamento en el Passeig a lo largo de la costa, ver la ropa secándose al sol, hacer compras en tiendas pequeñas: para muchos, eso es parte de las vacaciones.

¿Quién viene — y a dónde?

Los huéspedes alemanes están fuertemente representados: en Alcúdia representan alrededor del 28 por ciento de todos los visitantes, y en Can Picafort su participación se acerca a la mitad. Esto se refleja en la oferta: los supermercados introducen productos más familiares, las panaderías abren más temprano y los propietarios equipan cocinas con lo básico.

Para los anfitriones, eso significa replantearse las cosas, no un cambio completo. Muchos hoteles siguen ocupados, pero ofrecen tarifas más flexibles y habitaciones más pequeñas con kitchenette. La mezcla funciona, siempre y cuando la oferta y la demanda encajen.

Creo que esta tendencia devuelve al turismo insular un aire más sobrio. Ya no habrá largas colas en el buffet; en su lugar, noches con buen vino, verduras recién cortadas y la sensación de estar realmente aquí durante unos días.

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