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Algaida, Mallorca

Cena bajo los olivos: Finca Treurer en Algaida

En una finca centenaria cerca de Algaida se ofrecen menús nocturnos, catas de aceite de oliva y veladas relajadas en la terraza en medio de los olivares.

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MM
Mallorca Magic
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23 de agosto de 2025
5 Min. Tiempo de lectura:
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Abendessen unter den Oliven: Finca Treurer in Algaida
Cuando pienso en Mallorca, me vienen inmediatamente a la mente una luz deslumbrante, el aulaga y los olivares. Finca Treurer es precisamente ese tipo de lugar: una antigua casa de campo, campos extensos y una terraza que invita a cenas con platos servidos despacio. Aquí el aceite de oliva artesanal se combina con recetas que responden más a la estación y al mercado que a las modas. Me gusta que no solo se come, sino que uno se integra un poco en la vida diaria de la finca: una breve visita por el olivar, una explicación sobre el prensado y luego un menú que honra visiblemente los productos. El personal es relajado, la atmósfera abierta y sin pretensiones; en noches despejadas se distingue la silueta de la iglesia de Randa en el horizonte. Para los visitantes que buscan tranquilidad y comida auténtica, es una opción destacada. Reservar es habitual aquí, sobre todo los fines de semana de verano, y la mayoría de los programas nocturnos comienzan sobre las 19:00. Si llegas en coche, cuenta con una pequeña pista rural: justo lo que valoro en estas veladas.

Es Treurer: la finca y el restaurante

La finca es una típica explotación mallorquina: muros de piedra, vigas de madera y olivos plantados en filas hasta el horizonte. En la primera visita se aprecia de inmediato la mezcla relajada de tradición y turismo práctico: aquí se produce aceite de oliva y, a la vez, se cocina por las noches. La terraza es mi lugar favorito: cielo abierto, mesas con velas y una ligera brisa que hace susurrar las hojas de los olivos. La mayoría de los programas nocturnos comienzan sobre las 19:00; algunos días hay una visita guiada por el olivar o una demostración en la prensa antigua. La comida es sencilla y de fuerte arraigo local: pescado recién capturado, berenjenas fritas, queso de cabra frito y algunos platos que muestran claramente el aceite de oliva de Treurer. Los que prestan atención a los pequeños detalles encontrarán a menudo verduras del propio huerto de la finca: tomates de sabor intenso a finales de verano o tiernas hojas de acelga en primavera. Los precios están en un rango medio sólido: no es comida rápida barata, pero tampoco un templo gourmet exagerado. Familias y parejas se sienten a gusto; los niños se adaptan pronto al espacio exterior mientras que las parejas disfrutan de la tranquilidad. Para visitantes con movilidad reducida conviene preguntar con antelación por aparcamiento y acceso a la terraza. Una singularidad es la posibilidad de una cata de aceite de oliva: sesiones cortas e informativas con muestras comparativas que permiten notar la diferencia entre cosecha, variedad y prensado. Recomiendo reservar con antelación los sábados y festivos: las plazas en la terraza son codiciadas.

Aceite de oliva: producción y cata

La finca es una típica explotación mallorquina: muros de piedra, vigas de madera y olivos plantados en filas hasta el horizonte. En la primera visita se aprecia de inmediato la mezcla relajada de tradición y turismo práctico: aquí se produce aceite de oliva y, a la vez, se cocina por las noches. La terraza es mi lugar favorito: cielo abierto, mesas con velas y una ligera brisa que hace susurrar las hojas de los olivos. La mayoría de los programas nocturnos comienzan sobre las 19:00; algunos días hay una visita guiada por el olivar o una demostración en la prensa antigua. La comida es sencilla y de fuerte arraigo local: pescado recién capturado, berenjenas fritas, queso de cabra frito y algunos platos que muestran claramente el aceite de oliva de Treurer. Los que prestan atención a los pequeños detalles encontrarán a menudo verduras del propio huerto de la finca: tomates de sabor intenso a finales de verano o tiernas hojas de acelga en primavera. Los precios están en un rango medio sólido: no es comida rápida barata, pero tampoco un templo gourmet exagerado. Familias y parejas se sienten a gusto; los niños se adaptan pronto al espacio exterior mientras que las parejas disfrutan de la tranquilidad. Para visitantes con movilidad reducida conviene preguntar con antelación por aparcamiento y acceso a la terraza. Una singularidad es la posibilidad de una cata de aceite de oliva: sesiones cortas e informativas con muestras comparativas que permiten notar la diferencia entre cosecha, variedad y prensado. Recomiendo reservar con antelación los sábados y festivos: las plazas en la terraza son codiciadas.

Cocina de huerto, estacionalidad y el menú

La cocina de la finca trabaja según lo que esté creciendo en cada momento. En primavera son las hierbas jóvenes, espárragos tiernos y ensaladas de hoja pequeña; en verano dominan los tomates, calabacines y pimientos; y en otoño entran en escena la calabaza y las judías. Esta filosofía de mercado y huerto se siente en cada plato: bandejas de verduras preparadas de forma sencilla, cordero cocido lentamente o un pescado que necesita poco más que aceite, limón y una buena pizca de sal marina. El cocinero consigue reinterpretar recetas tradicionales sin deformarlas. Pequeños extras como una alioli casera con un chorro de aceite de oliva fresco o una cesta de pan con corteza ligeramente crujiente marcan la diferencia. Las raciones suelen estar pensadas para que varios platos funcionen bien juntos, ideal si se toma tiempo y se comparte. Para mí las veladas son más bonitas cuando el sol se pone despacio y se disfruta la comida por etapas. Los vegetarianos y personas con alergias suelen ser bien atendidos si se indica al reservar. El menú cambia con frecuencia; por eso vuelvo a la finca: siempre hay algo nuevo que, aun así, sabe familiar.

Consejos prácticos: llegada, reservas y ambiente

Finca Treurer se encuentra en el campo, a pocos kilómetros de Algaida. La llegada discurre por carreteras rurales estrechas: forma parte del encanto, pero hay que contar al menos diez minutos extra para el tramo final. Hay aparcamiento, pero en las noches concurridas el patio se llena rápido. El horario se centra sobre todo en la tarde-noche; los servicios más habituales empiezan alrededor de las 18:30–19:00. Las últimas reservas suelen situarse en torno a las 21:00, por lo que conviene llegar antes si se quiere disfrutar de la visita y de una copa de vino previa. Se recomienda reservar, especialmente los fines de semana o durante las fiestas locales. Al telefonear siempre pregunto si hay visita o cata antes de la comida: completa la velada. ¿Código de vestimenta? Informal. Muchos invitados llevan vestidos de verano o camisas; otros vienen en camisetas; nadie parece exageradamente arreglado. Si el tiempo acompaña, reserva en la terraza; es más acogedora que el interior y la vista hacia la iglesia de Randa es bonita. Para grupos suelen ofrecer menús especiales; si planeas un evento privado, deja varias semanas de antelación. Por último: trae tiempo y apetito. La finca premia el disfrute, no la prisa.

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Lugar::Algaida, Mallorca
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Publicado::23 de agosto de 2025