Ona y Tro junto al coche patrulla frente a la comisaría de Alcúdia, olfateando uniformes y recibiendo caricias de los viandantes

Cuatro patas para Alcúdia: Ona y Tro acercan la policía a la comunidad

👁 3421✍️ Autor: Lucía Ferrer🎨 Caricatura: Esteban Nic

Dos perros jóvenes, Ona y Tro, comienzan su formación en la policía local de Alcúdia. Se planea más presencia en zonas turísticas, mayor confianza en el vecindario y una temporada de verano más tranquila.

Refuerzo animal que encaja en el puerto

Era todavía temprano por la mañana, las gaviotas graznaban sobre el Port d'Alcúdia y el olor a café se colaba por las calles: dos perros jóvenes caminaron hacia la comisaría, curiosos, un poco desorientados y ya algo famosos en el vecindario. No hubo grandes discursos ni una puesta en escena con las sirenas — solo Ona y Tro, dos canes de casi un año que en los próximos meses serán adiestrados como perros de servicio.

Qué se espera de su formación

La policía local apuesta por el trabajo clásico de búsqueda: búsqueda de drogas, localización de personas y apoyo en situaciones de seguridad en zonas concurridas. Se entrenará donde en verano se concentra más gente — en el paseo marítimo, en el mercado del puerto y en las estrechas y sombreadas calles del casco antiguo, donde el empedrado cruje bajo las suelas y la campana de la iglesia suena en punto. Los entrenamientos serán regulares; a primera hora, cuando el aire aún huele a sal y los vendedores montan sus puestos, es un momento tranquilo para las primeras prácticas.

En las fotos frente a la comisaría los dos no parecen intimidantes: Ona, una vivaz hembra malinois, con ojos vivos; Tro, algo más tranquilo pero atento. Yacen junto al coche patrulla, olfatean las chaquetas de los uniformes y permiten que los viandantes los acaricien. Una imagen que genera más cariño que miedo — y precisamente eso forma parte del plan: mostrar presencia sin asustar.

Vecindario, puesto del mercado y caricias espontáneas

«Los vi con mi primer café con leche», dice una vecina de las calles del puerto. «Todos querían acariciarlos, hasta los vendedores del mercado». Escenas como esa encajan bien en Alcúdia: niños con arena entre los dedos, jubilados en la plaza doblando el periódico y turistas paseando por el paseo con sombrero. Los perros no solo deben encontrar delincuentes, sino también tender puentes — entre residentes y visitantes.

En las redes sociales la noticia tuvo repercusión de inmediato: emojis de corazones, comentarios burlones sobre las esquinas más perezosas y la esperanza de que las noches de verano sean algo más tranquilas. No falta cierta sorna — al fin y al cabo cada habitante de la ciudad insular tiene su opinión, y algunos ya bromean con que los perros pronto tendrán más seguidores que la heladería.

Qué supone esto para Alcúdia

Los perros en la policía no son algo completamente nuevo en Mallorca, pero el traslado más cercano a los centros turísticos resulta llamativo. Para la gente local suele traducirse en una mayor sensación de seguridad: menos incidentes molestos en el paseo, ayuda más rápida ante personas desaparecidas tras un día en la playa y un efecto disuasorio frente a pequeños delitos. Para los turistas es la presencia tranquilizadora de un rostro conocido — o de un par de narices — cuando pasean por el litoral al anochecer.

Por supuesto surgen preguntas: ¿cómo se gestionarán las intervenciones, cuánta transparencia habrá en el trabajo policial y cómo se mantienen y socializan los animales? Las respuestas están en la formación y en el día a día. Los guías caninos subrayan que la socialización, el refuerzo positivo y los descansos regulares forman parte del plan — al fin y al cabo, los perros deben ser agentes con vocación, no máquinas.

Mirando al futuro: pequeñas patas, gran impacto

No se puede predecir si Ona y Tro llegarán algún día a ser «celebridades» locales. Pero las probabilidades son buenas: los perros que aprenden desde pequeños entre la gente suelen convertirse en mediadores entre la policía y la ciudadanía. Si en los próximos meses se entrenan en playas y mercados, no solo olfatearán a delincuentes, sino que también disminuirán las reticencias — y esa quizá sea la certeza más grande que ahora mismo tiene Alcúdia: un trozo de normalidad que hace más probable el ruido de los puestos del mercado, el murmullo del mar y paseos más tranquilos por la noche.

Por ahora: dos narices curiosas, unas huellas delante de la comisaría y la perspectiva de noches de verano más relajadas. No es espectacular — más bien reconfortante. Así suena un plan que encaja con una mañana en Alcúdia.

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