Nueva luz para Sant Salvador: el emblema de Artà brilla con eficiencia energética

El monasterio Sant Salvador se muestra bajo una nueva luz

Cuando subo al Puig al atardecer, ahora se nota algo de inmediato: la escalinata hacia el monasterio Sant Salvador ilumina de otra manera. Desde la finalización de las obras se ha renovado toda la iluminación exterior: el ayuntamiento cifra la inversión en alrededor de 420.000 €. Los trabajos comenzaron el 9 de junio y se finalizaron en las últimas semanas.

LED en lugar de focos antiguos

Fuera los focos antiguos, dentro un sistema moderno de LED: las nuevas luminarias bordean la histórica escalinata, marcan los contornos de los muros y además son controlables en color. Un detalle práctico, sobre todo en días festivos o en eventos municipales. La tecnología consume claramente menos electricidad — un argumento que muchos vecinos reconocen al aparcar frente a la plaza del pueblo.

Al final de la tarde a veces se reúnen aquí pensionistas con periódicos, jóvenes con monopatines y turistas que fotografían la puesta de sol. "Por fin se aprecia de verdad la arquitectura", escuché decir a alguien recientemente. Me gusta que la iluminación sea comedida, pero suficiente para que el monasterio resulte atractivo también por la noche.

Más que solo iluminación

La administración municipal subraya que no se trata solo de estética: la protección del monumento, la seguridad en el acceso y la modernización técnica también estaban en la lista. La nueva instalación puede atenuarse, programarse y ajustarse en color — desde blanco cálido en días normales hasta acentos discretos en ocasiones especiales. Práctico, si se piensa en las procesiones anuales o las fiestas locales.

Naturalmente hubo voces críticas — el coste siempre es un tema, sobre todo cuando están en juego 420.000 euros. Algunos residentes preferirían inversiones en servicios sanitarios en el aparcamiento de senderistas o en restauraciones de otros puntos históricos. Aun así, parece que la mayoría aplaude la medida: menor consumo de energía, menos mantenimiento y un acceso más seguro para los paseantes en los meses oscuros.

La próxima vez que visite Artà suba poco antes del ocaso. El aire en la colina suele oler a pino y a castañas asadas, los peldaños están bien iluminados y el monasterio parece como si se hubiese vestido de nuevo — sin estridencias, pero con una mirada moderna y clara hacia el futuro.