Vista de la Calle Blanquerna y la Calle 31 de Diciembre con la propuesta de señalización para el carril bici

Carril bici en Palma: Blanquerna pierde tramo — ¿quién paga el precio por más seguridad?

👁 4123✍️ Autor: Ana Sánchez🎨 Caricatura: Esteban Nic

El ayuntamiento traslada el carril bici de la Calle Blanquerna a la Calle 31 de Diciembre. Se pierden entre 15 y 20 plazas de aparcamiento; coste alrededor de 300.000 €. Seguridad sí, pero ¿qué compromisos quedan?

El carril bici cambia de calle — en pleno día a día de Palma

Por la mañana en la Calle Blanquerna suena todo como de costumbre: el tintinear de las tazas en las terrazas, conversaciones en distintos dialectos, el timbre de una bicicleta que serpentea por la calle. Pronto esa mezcla de sonidos podría sonar diferente. El ayuntamiento de Palma ha decidido quitar el carril bici de la Blanquerna y, en su lugar, trasladarlo a la Calle 31 de Diciembre. Una línea sencilla en el mapa, pero para los vecinos y comerciantes supone una intervención palpable en la vida cotidiana.

La pregunta central

¿Más seguridad será automáticamente beneficio para todos, o pagará el vecindario con plazas de aparcamiento perdidas y rutas de reparto más complicadas? Esa es la pregunta que hasta ahora queda poco tratada en los anuncios oficiales.

Lo que está previsto — los hechos

El nuevo carril bici se marcará en calzada, no en la acera. El objetivo es reducir los conflictos entre peatones, terrazas y ciclistas. Según el ayuntamiento se perderán estimadamente 15 a 20 plazas de aparcamiento y la remodelación costará alrededor de 300.000 euros. Se anuncia el inicio de las obras para la próxima primavera; no solo se aplicará pintura, sino que también habrá mejor señalización y actuaciones puntuales en los cruces.

¿Quién se beneficia y quién pierde?

Los ciclistas habituales como Tomás están claramente a favor: «En la calzada puedo circular de forma más uniforme. Nada de puertas de coches abiertas, ni mesas en el camino». Para peatones y responsables de cafeterías como Catalina la idea es ambivalente. Catalina dice: «Seis bicis una al lado de otra, la gente tiene que esquivar — eso resulta molesto. Más seguridad está bien, siempre que los clientes no lo paguen».

Las críticas más fuertes vienen de personas como el señor Gómez, que aparca allí desde hace décadas: «¿Dónde dejo el coche para comprar el pan?», pregunta. Estas cuestiones no son solo nostalgia; afectan a vecinos mayores, personas con movilidad reducida y pequeños negocios con necesidades diarias de reparto.

Lo que a menudo queda fuera

Los debates públicos suelen centrarse en la relación ciclista vs. peatón. Menos atención reciben aspectos como la logística de las entregas, la accesibilidad y la continuidad de la red ciclista. Si el carril se desplaza a la Calle 31 de Diciembre, ¿qué sucede en los cruces donde la calzada es más estrecha? ¿Quién se ocupará de los restaurantes que reciben mercancías de noche? ¿Se verán las personas en silla de ruedas aún más obstaculizadas por furgonetas de reparto aparcadas?

Otro punto: la continuidad de la red ciclista. Un tramo seguro de carril que termina en un cruce sin protección aporta menos que una conexión continua. El gasto previsto de alrededor de 300.000 euros debe vincularse a la pregunta: ¿mejora realmente los recorridos diarios o es una solución cosmética?

Soluciones constructivas que deberían debatirse

En lugar de limitarse a suprimir plazas, se podrían combinar medidas a corto y largo plazo:

- Plazas de aparcamiento alternativas: reconversión selectiva de calles secundarias, zonas de estacionamiento con límite horario para residentes o creación de pequeñas pero eficientes áreas de aparcamiento tras la vía principal.

- Zonas de carga y ventanas de entrega: espacios de parada temporales para entregas, especialmente en primeras horas de la mañana o por la noche, para que la hostelería no se vea perjudicada.

- Fase piloto con medidas flexibles: primero marcar y probar con bolardos móviles, y después decidir si se requieren protecciones físicas permanentes.

- Soluciones accesibles: elevar o señalizar aceras en puntos críticos para que las personas mayores y quienes usan silla de ruedas no se vean desplazadas.

- Participación y transparencia: un plan vinculante que integre a vecinos, comerciantes y asociaciones ciclistas en la planificación detallada, en lugar de imponer decisiones ya ejecutadas.

Conclusión: ordenar el pequeño caos — pero ¿cómo?

El traslado del carril bici es un intento de ordenar el caos diario entre camareras con bandejas, ciclistas apresurados y repartidores. Eso es loable. Pero fines y medios deben estar en la proporción correcta. ¿Quién gana a largo plazo y quién solo pierde a corto plazo? El ayuntamiento ha dado cifras: costes, número de plazas y un calendario aproximado. Lo que falta es una respuesta clara sobre las medidas compensatorias y las reglas de transición.

La próxima vez que camine por la Blanquerna por la mañana, no oirá solo el timbre de una bicicleta. También escuchará las voces afectadas por los cambios: las cafeterías, los repartidores, las personas mayores con su ticket de estacionamiento. Un pequeño desorden ordenado, con buenas posibilidades de mejorar si el ayuntamiento completa el proyecto con las soluciones adecuadas.

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