El Gobierno de las Islas Baleares ha aprobado la evaluación ambiental de la nueva variante de 2,8 km en s'Alqueria Blanca. Pronto podría iniciarse la licitación — y con ella una oportunidad para reducir el tráfico de paso, aumentar la seguridad y crear vías peatonales y ciclistas propias.
Nueva circunvalación para s'Alqueria Blanca: menos ruido, más espacio para bicicletas
La conexión de 2,8 kilómetros entre la Ma‑19 y la Ma‑4012 avanza un paso más
A primera hora de la mañana, cuando la panadería de la Plaça Major de Santanyí aún esparce el olor a pan recién hecho, en s'Alqueria Blanca se escucha el conocido pero cansino rugido de los coches. Unas 11.000 vehículos atraviesan la pequeña localidad cada día y comprimen la vida cotidiana: escolares, peatones con bolsas de la compra, el autobús que recorre la carretera. Ahora hay movimiento — y lo hay en el mapa.
La variante prevista tendrá unos 2,8 kilómetros y conectará la Ma‑19 al sur del pueblo directamente con la Ma‑4012. La evaluación ambiental por parte del Govern balear ya está disponible. Eso es algo más que un trámite burocrático: con la luz verde, el Consell insular podrá probablemente sacar a licitación las obras aún en diciembre. Para los vecinos significa que la idea, que desde hace años se discute y se diseña, pasa ahora a concretarse.
Lo relevante: el proyecto no piensa solo en los coches. Para cada sentido de circulación se han previsto aceras y vías para bicicletas separadas. En una comunidad donde las paseos vespertinos y las rutas en bici por los campos forman parte del día a día, esto no es un detalle. Es una invitación a hacer el tráfico más fluido y, al mismo tiempo, crear itinerarios seguros para todos — madres con cochecitos, personas mayores, y desplazados en bicicleta.
El cambio se nota antes de que llegue la primera excavadora. Menos tráfico de paso en el pueblo significa menos ruido en las calles, menos emisiones frente a las casas y conversaciones más relajadas en las cafeterías. En la Ma‑19 y la Ma‑4012 el tráfico circularía entonces fuera de los estrechos ejes del pueblo — en esencia una idea sencilla que puede tener un impacto grande en la vida cotidiana.
Por supuesto, una circunvalación no es una fórmula mágica. Una buena planificación debe respetar el paisaje y la agricultura, tener en cuenta arroyos y caminos rurales y preservar también el aspecto de la zona. Los vecinos que cuidan sus olivares en las fincas o que llevan a las cabras al pasto por la mañana no quieren que nuevas trazas rompan sus rutinas. Por ello es importante que en la construcción se incorporen conocimientos locales: qué tipos de vegetación son adecuados, cómo minimizar polvo y ruido durante la obra y dónde conviene prever franjas para árboles y setos para que la carretera no parezca una herida abierta.
Una ventaja concreta salta a la vista: vías seguras para bicicletas facilitan los desplazamientos cortos en bici — al colegio, al mercado o a la estación. Eso no solo puede reducir aún más el tráfico de coches, sino también dinamizar el pueblo. En Santanyí se valoran las pequeñas cosas: niños que van en bici al colegio, personas mayores que vuelven a dar el paseo hasta el bar de la plaza, grupos ciclistas los fines de semana que recorren la costa sin preocupaciones.
Algo que deberíamos escuchar más en el debate público es la mirada hacia los usos posteriores: cuando una carretera aliviana el flujo de tráfico, surgen espacios libres y posibilidades de mejora — espacio para pequeños paseos, zonas verdes, pasos peatonales mejorados. Un pueblo gana calidad de vida cuando no cada banco está perturbado por el ruido de motores.
La aprobación es una ocasión para participar localmente en su diseño. Se deben escuchar las propuestas del vecindario sobre especies de árboles, pasos de peatones o medidas reductoras de ruido. Cuando llegue la licitación se verá con más claridad el alcance de las medidas — y si las empresas y artesanos locales podrán participar. Eso crea empleo en el lugar y mantiene el know‑how en la comunidad.
Al final es una promesa sencilla: un tramo de 2,8 kilómetros no cambia la vida de la noche a la mañana, pero puede mejorarla. Menos coches por el corazón de s'Alqueria Blanca, más espacio para peatones y ciclistas — es una perspectiva que ya dibuja una sonrisa en la Plaça Major. Si planificación y vecindario van de la mano, Santanyí se beneficiará no solo en lo vial, sino también en lo humano.
Perspectiva: La licitación podría comenzar en diciembre. Quienes tengan ideas sobre plantaciones, pasos peatonales o medidas de reducción de ruido: este es el momento de plantearlas.
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