Más de 3.000 jóvenes futbolistas, padres y acompañantes llenaron hoteles, bares y el paseo marítimo: el torneo juvenil dio este año a Cala Millor un fuerte impulso económico.
Deporte en lugar de sangría: cómo un torneo juvenil prolongó la temporada
Al final de la tarde del domingo, cuando el paseo marítimo de Cala Millor se vacía poco a poco y el viento salado despeina las sombrillas, todavía se ven camisetas de todos los colores. No es de extrañar: el East Mallorca Cup ha puesto la costa en movimiento este año.
Más de 3.000 participantes, 18 países, dinero real en la región
Los organizadores hablan de más de 3.000 jóvenes jugadores y jugadoras de 18 naciones, además de entrenadores, padres y conductores de autobús. Según estimaciones locales, el torneo generó gastos por aproximadamente seis millones de euros. La cifra procede de pernoctaciones, comidas en restaurantes, compras en pequeños comercios y viajes en taxi o autobús.
Hablé la mañana del sábado con una camarera en un pequeño bar del Passeig del Mar: "Toda la semana estuvo llena, hicimos dos turnos extra." Ese tipo de anécdotas se suman y marcan la diferencia entre una temporada baja vacía y cajas llenas en los pequeños negocios familiares.
Qué hace Cala Millor con eso
Los ayuntamientos de Sant Llorenç y Son Servera consideran ya el turismo deportivo como una pieza fija de la planificación anual. No se trata solo de ocupar camas: muchos negocios ofrecen menús especiales para equipos infantiles, fisioterapeutas y tiendas deportivas registran más clientes y se reforzaron las limpiezas de playa durante el torneo.
No todo es oro — los vecinos informan de un aumento del tráfico y más ruido en determinadas zonas. Pero la mayoría de las voces que escuché son pragmáticas: "Mejor un lugar lleno con procesos ordenados que meses de silencio", dijo un taxista que me llevó a la estación de autobuses.
Efecto a corto plazo, potencial a largo plazo
Un torneo juvenil aporta un aumento rápido, pero también puede tener efectos sostenibles: quien vuelve a casa con una buena experiencia recomienda el lugar — las familias tienden a repetir más que los turistas de fiesta. El reto para los municipios sigue siendo planificar la infraestructura para que este tipo de eventos sean manejables.
Al final, en Cala Millor se ven personas paseando por el paseo tras el partido, comiendo helados y planeando cuándo volverán. Es otra Mallorca distinta a la de las fotos de máxima actividad —pero de algún modo más honesta y, sí, útil para la isla.
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